1. "La filosofía en México ¿para qué?",
artículo de Gabriel Vargas Lozano
en La Jornada semanal.
2. Guillermo Hurtado y Carlos Pereda (La Jornada, 22 de Diciembre de 1996).
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de estudiantes de filosofía
1 comentario:
Sin lugar a dudas, el texto de Pereda me ha parecido el más sensato de los tres. En efecto, muestra una actitud de mesura, acaso de franca humildad, ante la desmedida altanería y malinchismo que padece, no sólo la filosofía sino también, la cultura latinoamericana en general.
Por su parte, Vargas y Hurtado me parecen más preocupados por la praxis filosófica. Pero más que el quehacer propio de la filsofía, por las repercusiones que ésta puede tener en el contexto inmediato que se vive. En particular, Vargas me parece más impaciente por dar una "credibilidad" a la labor del filósofo, como rendidora de frutos en beneficio de la sociedad entera.
Hurtado se halla más inquieto por la necesidad de ¿asegurar? una auténtica comunidad filosófica. Esto último no significa -afirma el director del IIF- centrarse en problemas geográficos de latinoamérica, sino en otorgarse credibilidad entre los colegas que radican de México hacia el sur del continente.
No sé, de pronto intuyo que el problema que Hurtado enuncia no es una falta de credibilidad o de confiabilidad hacia el trabajo de filósofos de habla hispana ni, por otro lado, deseo de abandonar la propia circunstancia. Creo que se debe a que los problemas filosóficos se encuentran en todos lados y de maneras semejantes. El fenómeno de preferir leer a Kant, por ejemplo, en lugar de un crítico guatemalteco sobre el pensador alemán, consiste en querer enterarse desde la fuente misma de los problemas que, en este caso Kant, ha planteado. No es que no queramos una "comunidad latinoamericana" de filósofos, es que -me parece- preferimos intervenir en los problemas de la filosofía (así, sin patronímico ni gentilicio) y tratarlos en la lengua de aquellos filósofos o en la propia.
Aquí me parece que se puede notar un punto de semejanza entre el texto de Hurtado y el de Pereda. Creo que el hecho de no leer a colegas que discuten a Kant (para volver al ejemplo referido) por discutir con el pensador prusiano por cuenta propia, es un asunto de arrogancia. En general, se discute si se ha comprendido bien al autor y no los problemas teóricos que su filosofía tiene. La arrogancia consiste en creerse el mejor intérprete de filósofos y, por consiguiente, el más indicado para mantener su tradición dogmáticamente.
Desde luego, no pretendo dar aquí EL punto de vista desde el cual debe mirarse el problema que Hurtado y Pereda señalan, para ello, habría que hacer una exégesis cuasi psicológica de los filósofos latinoamericanos. Pero, lo que si puedo lanzar es la pregunta: ¿por qué no se desea leer a los colegas que escriben en América latina y se prefiere leer y hablar sobre los filósofos europeos? Esta pregunta podrá parecer ingenua, pero, al menos, discutir las respuestas podría sentar las bases de una comunidad filosófica.
Saludos a quienes lean esto.
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