Basta con salir a la calle para observar algo que, por su evidencia, parece ridículo mencionar: los hombres hacen cosas. Pero no sólo esto; generalmente suelen estar conscientes de su labor, de suerte que saben realizar lo que hacen porque conocen exactamente en qué consiste su quehacer. Sin embargo, hay una serie de actividades in-definidas y, por tanto, siempre abiertas, cuya finalidad no es producir objetos, bienes o servicios pragmáticos; satisfacen al hombre de una manera especial ya que no cubren sus necesidades primarias (a saber: alimento, vestido, en suma, supervivencia). En efecto, para atender el ámbito de la necesidad están la técnica y los diversos oficios; las humanidades, en cambio, se colocan en un espacio de libertad porque trascienden las exigencias primarias y permiten la expresividad creativa; la libre expresión es, pues, la potencia sobre-natural del hombre que le permite superar (que no olvidar ni eliminar) las necesidades meramente animales.
Ya desde Grecia –como piensa Eduardo Nicol–, aunque seguramente antes de esta cultura, el rasgo distintivo del humano es el logos, es decir, la palabra. Con el habla inicia la Historia ya que con aquélla el hombre se expresa eminentemente y crea (póiesis) una idea de sí mismo: el logos es póiesis. La palabra es acto poético que expresa, es comunicación frente a otro (humano), logos es diá-logos: el hombre se con-forma mediante la palabra, crea conceptos de sí mismo.
Ahora bien, ¿es la Filosofía creadora de conceptos? Resulta evidente que, tanto Filosofía como Poesía (o sea, la Literatura en general) son humanidades, por lo que no brindan utilidad alguna para satisfacer necesidades primarias, de suerte que pueden considerarse “vocaciones des-interesadas”, esto es, libres. Dichas humanidades emplean, por lo menos desde los griegos, la palabra (logos). Sin embargo, la Filosofía –particularmente desde Heráclito– emplea el logos de un modo distinto al de la Poesía; en efecto, logos no sólo es palabra, también es Razón según la cual se ordena el todo (kosmós). La palabra filosófica es, por tanto, palabra de razón que busca re-presentar a la realidad; el hombre capta esta última por medio de los fenómenos y el filósofo busca, además, dar razón (lógon didonai) de éstos. Si el filósofo crea conceptos (y con ellos teorías) es para describir lo mejor posible a la realidad, no para crearla. Pero la realidad permanece a través del cambio, es lo mismo pero, a la par, cambia; de manera que el filósofo da razón constantemente y, con ello, los conceptos son re-novados, vale más decir, re-creados. El filósofo crea conceptos porque da razón de las diferentes formas del Ser que, se hace hincapié, no es estático (como para Parménides) sino dinámico.
Parece, pues, que desde sus inicios en Grecia, la Filosofía no crea la realidad con sus conceptos sino que éstos son creados para dar razón de aquélla. Si se acepta que todo lo que existe es lo que es desde su origen hasta su fin merced a los cambios, entonces la Filosofía ha sido la misma desde su origen con los presocráticos hasta la fecha, aún con todo y sus diversos momentos. La Filosofía es, por tanto, poética que se re-crea.
Ya desde Grecia –como piensa Eduardo Nicol–, aunque seguramente antes de esta cultura, el rasgo distintivo del humano es el logos, es decir, la palabra. Con el habla inicia la Historia ya que con aquélla el hombre se expresa eminentemente y crea (póiesis) una idea de sí mismo: el logos es póiesis. La palabra es acto poético que expresa, es comunicación frente a otro (humano), logos es diá-logos: el hombre se con-forma mediante la palabra, crea conceptos de sí mismo.
Ahora bien, ¿es la Filosofía creadora de conceptos? Resulta evidente que, tanto Filosofía como Poesía (o sea, la Literatura en general) son humanidades, por lo que no brindan utilidad alguna para satisfacer necesidades primarias, de suerte que pueden considerarse “vocaciones des-interesadas”, esto es, libres. Dichas humanidades emplean, por lo menos desde los griegos, la palabra (logos). Sin embargo, la Filosofía –particularmente desde Heráclito– emplea el logos de un modo distinto al de la Poesía; en efecto, logos no sólo es palabra, también es Razón según la cual se ordena el todo (kosmós). La palabra filosófica es, por tanto, palabra de razón que busca re-presentar a la realidad; el hombre capta esta última por medio de los fenómenos y el filósofo busca, además, dar razón (lógon didonai) de éstos. Si el filósofo crea conceptos (y con ellos teorías) es para describir lo mejor posible a la realidad, no para crearla. Pero la realidad permanece a través del cambio, es lo mismo pero, a la par, cambia; de manera que el filósofo da razón constantemente y, con ello, los conceptos son re-novados, vale más decir, re-creados. El filósofo crea conceptos porque da razón de las diferentes formas del Ser que, se hace hincapié, no es estático (como para Parménides) sino dinámico.
Parece, pues, que desde sus inicios en Grecia, la Filosofía no crea la realidad con sus conceptos sino que éstos son creados para dar razón de aquélla. Si se acepta que todo lo que existe es lo que es desde su origen hasta su fin merced a los cambios, entonces la Filosofía ha sido la misma desde su origen con los presocráticos hasta la fecha, aún con todo y sus diversos momentos. La Filosofía es, por tanto, poética que se re-crea.
4 comentarios:
Me parece un buen texto Carlos, corto y al grano; bastante claro.
Pero, sabes, algunas veces me pregunto qué pensaría Nicol de posturas (que no dudo en absoluto que lo pensara) filosóficas, pero con una inclinación un tanto más mística en la antigua Grecia; algo así como los pitagóricos o el mismo Platón - aquel Platón que está más allá de los diálogos-; es decir, ciertos tipos de filosofía que encuentran su fundamento más en un quehacer con fundamentos "dados" que en la reflexión misma o el desarrollo del llamado "logos". De esta forma, quiero pensar, que aquella actividad que Nicol llama libre, para ellos es una actividad de primer orden; o mejor dicho, pragmática - libre; evitando de ese modo la separación tan dura entre teoría y práctica [especialmente en el espacio de lo vital, de lo humano].
O qué piensas tú?
Suerte amigo, nos vemos muy pronto... un abrazo.
Roberto, me parece que tu pregunta es tremenda.
Para Nicol, la expresividad es lo que caracteriza al hombre desde que éste desarrolló el lenguaje. Las "filosofías místicas" serían, entonces, formas del logos.
Lo que siempre es un dato es el Ser y dar razón de éste es, como afirmas, una actividad de primer orden, por ello es equivalente a una "vocación des-interesada." Pero que una actividad sea "de primer orden" no implica que atienda "necesidades primarias", por ello no es una actividad pragmática (Tales no predijo el eclipse para hacerse rico, lo predijo por curiosidad y, como mera consecuencia secundaria, la pudo aprovechar).
Me parece que lo que se entiende por "separación entre teoría y práctica" siempre ha existido, pero creo que se debe a una mala interpretación: la teoría (o teorizar) es algo que se hace, es una práctica. De modo que no hay una separción real entre teoría y práctica, eso es un auténtico pseudo-problema.
Caralvap! adorarías el trabajo de Pierre Hadot. Dedico su vida a escribir sobre la filosofía antigua como una busqueda de "ejercicios espirituales": pragmaticos, buscaban maneras -y no La Manera- de vivir en paz consigo mismos. Enseñaban a razonar, porque a partir del pensamiento se podría controlar el comportamiento, enseñar al cuerpo.
Yo adhiero. No necesito saber de qué están hechas las estrellas.
Sostiene que esa práctica se desvirtuó luego de la destrucción de Atenas, y la reconstrucción de las tres escuelas filosóficas preponderantes: Platón, Estoicos y aristoteles. Reconstrucción hecha a partir de la relectura de sus textos, como una reconstrucción de los hechos, del crimen, pero no por la acción. Ni creación.
Y ni hablar de lo que nos hizo la edad media.
Saludos!
s.
Sergio: Qué bueno volver a saber de tí!
Notarás que este Post es a propósito de nuestra discusión acerca de aquello de la creación de conceptos en Filosofía.
Yo prefiero pensar que la Filosofía es dialéctica (y no en sentido Platónico ni Hegeliano) porque el hombre mismo es dialéctico. Para demostrar esto basta un botón: desde que nacemos hasta que morimos somos los mismos pero, a la par, cambiamos; somos y no somos al mismo tiempo. ¿Por qué un producto humano, a saber la filosofía, no tendría las cualidades de su creador (el hombre)? En este sentido, la Filosofía es la misma desde su nacimiento en Grecia y, al mismo tiempo, no lo es, puesto que se re-crea.
Lo diré como bomba: no hay creaciones "puras". Esta manera de leer a los griegos es, por tanto, novedosa; pero ello sólo es posible en la medida que se conserva su pensamiento.
Respondo a la manera del físico: Somos polvo de estrellas... he ahí el misterio.
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