Ayer me encontré a una maestra que me informó acerca de una modificación en el plan de estudio de filosofía. Quizá no es propiamente un cambio en el curriculum, pues se trata de reducir a dos horas a la semana las clases que antes tenían cuatro como ética, estética, metafísica, seminarios, etc. bueno, ni tan etcétera, porque como en toda regla hay una excepción, lógica conserva su carga horaria. Esta modificación se decidió poco antes de las vacaciones santas, con perdón de los creyentes, pero es que se repite la estrategia vacacional para eludir la posible oposición a ciertas propuestas. Por mi parte no hay tal, me gusta la idea de tener menos horas nalga y más de lectura, pero la maestra me recordaba de ciertos casos que necesitan mayor seguimiento por parte de los docentes. La verdad no creo que la solución a tal imposibilidad de estudiar por cuenta propia se resuelva llevando de la mano al estudiante hasta la tesis, pero he padecido en carne propia los insuficientes elementos que se nos dan para estudiar fuera del aula. Ejemplo de ello fue la clase de introducción a la investigación filosófica que recibimos algunos de nosotros del señor Tomasini, que en todo caso pudo ser interesante pero se alejó completamente de los objetivos del curso. Fue gracias a una información que Leticia Farfán en la materia de textos filosóficos dio sobre cómo hacer un aparato crítico, las distintas fuentes y los formatos, que se solventó un poco la enorme laguna dejada por la interesante clase de Tomasini.
Tal vez no es sólo lógica la única materia que requiere mayor seguimiento (a mi gusto no es así, y no entiendo por qué goza del privilegio curricular que tiene: tres semestres obligatorios). También uno debe aprender a leer un texto filosófico en sus diversos formatos y tradiciones. Aquí recuerdo lo aprendido con Priani acerca del ensayo y el desciframiento de textos religiosos, místicos, históricos y literarios, cosa que me hubiera pasado desapercibida de otro modo.
En fin, no quiero ni puedo sacar aquí una conclusión al respecto, pero sí me parece claro que dichas modificaciones deben ser discutidas por todos los involucrados, quienes deben conocer los motivos y objetivos, las medidas a tomar para que dicha modificación no perjudique a los alumnos y también a los maestros. Por otro lado, creo que también nos corresponde participar en la discusión sobre el plan de estudios, a propósito de la exclusión que provoca la tradición de los grandes pensadores frente a otras tradiciones, cuestión que Dussel ha señalado constantemente, o de la preeminencia de la lógica más allá de gustos personales. En suma, que no nos vengan a imponer su buena nueva, su evangelio.
miércoles, marzo 26, 2008
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8 comentarios:
Recuerdo haber visto el semestre pasado un cartel anunciando una junta estudiantil para discutir precisamente el plan de estudios. No asistí. Pero que yo recuerde a lo largo de la carrera han habido varios espacios de este tipo. ¿Tú has ido alguna vez? Me imagino que ahí se podrían conocer las argumentaciones de las autoridades respecto de los cambios que proponen.
Yo sí fuí a las juntas que refieres Robert y, de hecho, participé en ellas.
Se supone que con la nueva reforma al plan de estudios pretenden lograr que los alumnos tengan más tiempo para realizar sus lecturas y para que se vayan haciendo de una capacidad "autodidacta". Honestamente no me agrada mucho el cambio, porque considero que, a veces, no es que el alumno no tenga espacio, entre las clases, para leer; creo que tampoco hay una vocación, por parte del alumnado, por profundizar en el estudio. No sé, creo que se pidieron más horas en las bibliotecas y tal vez las aprovechen para ir por más chelas. Espero que no sea el caso (al menos no siempre) y ojalá funcione la nueva dinámica de la carrera.
hum, en efecto, yo no he visto ningún cartél anunciando dicha discusión, aunque ciertamente no estuve aquí el semestre pasado. Sólo recuerdo una ocasión en que se organizó un foro de ponencias y ya. La apatía reina incuestionablemente, y lo dice uno de sus acólitos. La cuestión es por qué.
ah sí, y para mayor exactitud, la junta donde se informó el cambio en la carga horaria fue el jueves antes de semana santa, cuyos testigos fue un reducido número de invitados... o sea sin carteles, invitados personalmente.
Creo que más allá de lo académico, la estrategia fue muy conveniente desde un punto de vista administrativo. Si la facultad tiene bajo presupuesto, evidentemente sería un ahorro pagar la mitad de salarios; sobre todo de los docentes que no tienen el tiempo completo.
Ciertamente no había carteles en lo del cambio; pero hubo varias reuniones antes de todo esto, llevaba como año y medio este asunto, lo cual me hace pensar que no son los carteles ni los viajes lo que nos impide enterarnos de lo que pasa en la facultad.
Quizá haya un ingrediente de apatía, otro de suerte o distracción, pero los cárteles, y en general la difusión pública por diversos mecanismos, aseguran que en el debate participen más miembros de la comunidad que los que integran el consejo técnico o los representantes académicos (o lo que sea Jorge). Prueba de ello fue la asamblea del jueves. En efecto, los carteles no son toda la solución para formar una comunidad participativa y autogestiva (que no requiera de gestores kafkianos) pero por lo menos es un gesto. Un saludo
http://colfilunam.blogspot.com/
Por favor... participen!
Luis Carlos: Estoy absolutamente de acuerdo contigo en tu último comentario.
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