viernes, marzo 14, 2008

¿Quién quiere ser como Carlos Mota?


Por Carlos Vargas

¿Qué perspectivas profesionales tiene un joven que haga caso de los brillantes comentarios del sr. Carlos Mota? ¿Podría convertirse en un pensador crítico de su circunstancia? ¿Querría? ¿Está preparado para generar valor moral?
En principio y en honor a la libertad de expresión, sería sensato respetar la opinión que el sr. Carlos Mota ha expuesto en su columna del diario Milenio.[1] “¿Quién quiere estudiar filosofía en la UNAM?”, se pregunta el sr. Mota; pregunta que, de suyo, revela la tremenda ignorancia que se tiene de lo que acontece en las aulas de las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Políticas y Sociales. No es mera casualidad que la demanda de carreras como filosofía o ciencias políticas no disminuya sino, por el contrario, aumente. Sin embargo, el pensamiento de alguien como el sr. Mota puede intuir que esto se debe a que la juventud mexicana se encuentra “desubicada” y “no se preocupa por su futuro” porque, según se manifiesta en el texto del sr. Mota, quien no entiende de negocios o no se interesa en ello, es porque sus “intensiones profesionales” le impiden insertarse de manera eficiente en el mundo.
Pero conviene examinar detalladamente algunos de los párrafos que revelan las dotes críticas del sr. Mota:
“Durante la única conferencia que dicté en uno de los auditorios de la UNAM, años atrás, recuerdo que los estudiantes me escuchaban con cara de no entiendo nada, como si les estuviera hablando de otro planeta. Yo les hablaba de liderazgo empresarial, y les puse ejemplos de Bimbo o Sabritas. Yo he dado clases por años, y no tengo problema para comunicarme en un lenguaje claro con quien no domina la materia de negocios. El problema estaba del otro lado.”
Como se puede apreciar, la vasta experiencia como catedrático de la UNAM (“…la única conferencia que dicte…”) que el sr. Mota ha tenido, le permite afirmar -mediante singulares observaciones faciales- que los estudiantes de la Universidad Nacional no lo entendieron, pues escuchaban con cara de no entiendo nada. Conclusión: el problema, desde luego, no es él sino los alumnos. Esto se revela –según este peculiar razonamiento– por el hecho de que, durante años, ha podido explicarse en un lenguaje sencillo sobre materia de negocios y, por ende, si ha podido “darse a entender” en otras universidades y en la UNAM no, entonces el problema no es él y su aguda elocuencia, sino los alumnos y su ineptitud. Resulta interesante notar, además, cómo el hecho de tener cara de “no entiendo nada” (sea lo que eso signifique), le permite inferir al sr. Mota que los alumnos son el problema; como si su “erudición” no fuera cuestionable. El sr. Mota se muestra, así, como un sujeto que no posee una auto-crítica y, por consiguiente, no puede ser catalogado como crítico, aunque sí como “criticón” y de una calidad paupérrima.
La profundidad de reflexión que desempeña el sr. Mota, no se agota en lo anterior y le permite encontrar el problema de la “trágica” situación en la que se encuentran los alumnos de filosofía (y quizá de todas las humanidades) de la UNAM cuando afirma:
“No. El problema está en la intención profesional con la que egresan varios jóvenes de esas facultades. Quieren romper el mundo, no construirlo. Uno, que está en el mundo de los negocios, se puede topar con un dentista transformado en publirrelacionsta teniendo éxito, prosperando, aunque no fue en lo que originalmente estudió. Pero no es común hallar un filósofo de la UNAM inserto en el mundo de los negocios. ¿Por qué será?”
La empresa Colgate tuvo, durante algún tiempo, un slogan cautivador: “hay que salvar al mundo de la caries.” Vistos así, los dentistas se presentan como auténticos héroes; pero, ¿un dentista que se convierte en “publirrelacionista”? Seguramente al sr. Mota lo ha inspirado sobremanera Hugo Sánchez, quien siendo dentista, renunció a las huestes que se enfrentan a la caries para volverse director técnico de los Pumas y, hoy en día, de la selección nacional de fútbol. Es muy posible que el sr. Mota considere esto un gran ejemplo de “construcción del mundo”. Sin traicionar el espíritu del pensamiento de este señor, también es factible encontrar en este mundo que se construye a perseverantes administradores como taxistas, médicos como egregios conductores del metro, contadores como temerarios promotores de ventas de seguros o de afores e, incluso, consejeros empresariales con evidentes deficiencias culturales. Encontramos, pues, muchos profesionistas con “intensiones profesionales” de construir el mundo en un mundo ingrato, en un mundo roto por la terrible desigualdad que existe y que aumenta de manera frenética.
No, sr. Mota. Los egresados de las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Sociales no quieren “romper el mundo”; éste ya está, de hecho, fragmentado, dividido; y ser un “líder empresarial” en muchos casos ayuda a escindirlo más porque polariza los sectores de la sociedad, haciendo que unos cuantos posean mucha riqueza y otros, los des-afortunados, posean carencias terribles. ¿Acaso piensa que el mundo está bien construido teniendo sólo a un mexicano como el segundo hombre más rico del planeta y todos los demás en condiciones deplorables? ¿Qué mayor ruptura que ésa?
El lamentable artículo que el sr. Mota ha realizado es un claro ejemplo de las carencias educativas de nuestro país. Este hombre es un sofista del siglo XXI que se cree capaz de emitir juicios universales a partir de una postura sumamente parcial e infundada. Su texto es, asimismo, un claro ejemplo de imprudencia; ¿cómo es posible, entonces, que un hombre imprudente dé consejos de “liderazgo empresarial”?
No obstante todo lo anterior, quizá tenga razón el sr. Mota al afirmar que los alumnos de las Facultades en cuestión no lo entendieron en su conferencia sobre “liderazgo empresarial”. En efecto, en las aulas de estos honorables recintos, la mayoría de los alumnos aprenden a (o al menos intentan) comprender mejor su circunstancia, afrontan la realidad en la que se hallan inmersos y no temen denunciar la situación del mundo. Evidentemente, cuando este hombre habla de “liderazgo empresarial” y de “construir al mundo”, claramente refiere a una ilusión: la posibilidad de construir el mundo a través de los negocios. Los negocios no construyen al mundo, lo mediatizan, lo transforman, pero no lo crean. No pida, sr. Mota, que los alumnos que se enfrentan día a día con la realidad, se dejen llevar por ilusiones: no intente “construir el mundo”, mejor intente acercarse a él y deje de vivir en una ilusión. Usted habla de Sabritas y Bimbo, los alumnos de humanidades de la UNAM hablan del hombre humano. ¿Qué será más vital? Ojalá que al leer esto no quede –para emplear su misma terminología– con cara de no entiendo nada; de lo contrario, le sugiero que vaya a la Facultad de Filosofía y Letras o a la de Ciencias Políticas y Sociales, tal vez pueda servirle.

6 comentarios:

rc dijo...

Invito a leer este texto que escribí hace un par de días. Creo que nos preocupó algo semejante en lo que centramos nuestra atención en nuestros respectivos textos, Carlitos. Un saludo.

Carlos V. dijo...

Gran texto Robert. Ojalá pudieras pasarlo a este Bolg también.
Un afectuoso saludo.

Carlos V. dijo...

Por cierto, Priani también escribió algo al respecto; por si lo quieres checar y por aquellos que quieran hacerlo, también.

La dama errante dijo...

Carlos,¿Te das cuenta? A pesar del artículo del Sr. Mota, hoy en día se ha movilizado mucha gente para defender su labor como estudiante y profesionista en el área de Humanidades. ¿No es la conciencia de la labor humanística en la actualidad el tema del próximo congreso en la Facultad?
Qué buen terreno nos ha dejado ese señor que, en su afán difamador, provocó unión entre las personas que tienen ansias de exponer las razones por las cuales se dedican a las Humanidades, Ciencias Sociales, Ciencias Políticas y carreras afines.
Hay que sacar las garras Carlitos y seguir cumpliendo el propósito de salir a las calles, ya no a justificar nuestra labor, sino a exponer y contrastar las reflexiones de los diversos temas que investigamos. Tal como lo has hecho con tus alumnos no filósofos.

Robertson dijo...

me quedo con lo de: el señor Mota no es un crítico sino un criticón.

jajaja

mejor imposible Vargas. Buen post, muy bueno.


Anexo un saludo y un abrazo, un gusto vernos nuevamente por acá

Black Bird dijo...

Gran escrito mi querido Carlos, también leí lo que escribió Priani al respecto y como dices la opinión de Mota es la de un sofista que utiliza la lógica como le viene en gana, espero poder charlar en persona de esto. A ver si le echas una mirada al post que escribí yo al respecto, suerte mi buen amigo.