[...] La peor situación es la del hombre que, tratando de hallar la verdad, cree que la verdad ya fue encontrada. No; nosotros creemos que las verdades son contingentes; y que precisamente por ser contingentes debemos mostrar las verdades de hoy antes de que pasen. Lo que nosotros queremos es que haya libertad de pensar, pero no en función del pasado sino en función del presente y en función del futuro.
Y la verdad debe proclamarse. Mañana se dirá la verdad de mañana, como ayer se dijo la verdad de ayer. Lo grave es no decir ninguna verdad. Lo grave es decir que las verdades pueden ser todas posibles, en el momento en que no es posible decir más que una verdad. Importa saber la verdad de hoy, y nosotros no preconizamos ninguna cosa cerrada, hermética, porque si es cierto que hay muchos matices en la doctrina socialista, también es cierto que todos los socialismos, sin excepción, sin faltar uno, están de acuerdo con este hecho fundamental: hay una injusticia en el mundo y ésta proviene de la falsa forma de la producción y de la mala distribución de la riqueza material. La única manera de acabar con esta crisis, de acabar con este drama histórico, es socializar lo que hoy pertenece a una pequeña y privilegiada minoría, poniendo al servicio de la comunidad lo que hoy es patrimonio de unos cuantos [...]
Señores delegados: no deseo cansar más la atención de ustedes, pero creo necesario insistir en la afirmación de que no venimos a hacer propaganda de un credo, puesto que la propaganda se hace en la calle. Por otra parte, esto lo digo al menos por mí, creemos que la Universidad no va a realizar la revolución social. Ojalá, pero es imposible. No puede. No sólo no sabe: no puede. La revolución social la harán las masas. Pero nosotros que queremos servir a la masa, tenemos simplemente que cooperar para que las verdades que consideramos ya aceptadas y que consideramos aceptables, se transmitan, de manera que se forme una noción de responsabilidad en cada uno de los bachilleres, en cada uno de los graduados de la Universidad de México, en cualquiera de las instituciones que la representan a través del país. No queremos establecer nosotros un dogma. Queremos únicamente preconizar la verdad, la verdad de hoy, no la verdad de ayer, ya que la verdad de mañana será obra seguramente de otra generación. Nuestro dogma no es un dogma religioso, es un dogma que surge de las entrañas mismas de la tragedia histórica. Ahora bien, si la Universidad no adopta una actitud definida frente a las tragedias, como dice el maestro Caso, el pueblo entonces acabará con la Universidad y habremos hecho un Cristo de la peor especie. La Universidad no puede ser una torre cerrada, cuyos moradores que siempre van a la zaga, que siempre viven a la zaga, sean el ludibrio de las masas. Cuando se transforma un régimen se hace entonces que la Escuela se transforme. ¿Por qué siempre hemos de ser nosotros el pasado de la historia? ¡Ojalá fuésemos el futuro de la historia! Eso queremos: siquiera corresponder a nuestra época [...]
Voy a concluir. No se trata de una cuestión personal. Se trata de algo de enorme trascendencia para la cultura y para el porvenir de México, como dije cuando hablé por primera vez. Recuerden, señores delegados, recuerden sus conocimientos de historia y sabrán que cuando don Gabino Barreda fundó este plantel, cuando don Gabino Barreda estableció la Escuela Nacional Preparatoria, el país entero se conmovió hasta sus cimientos. Entonces la sociedad mexicana, sobre todo la de la clase media y la llamada aristocracia, hizo una propaganda tenaz e inicua, calumniosa y despiadada en contra de Barreda, en contra de los profesores que le seguían, en contra de Juárez, en contra de todos aquellos que estaban con el movimiento de orientación y de reforma cultural. A los reformadores se les escarnecía, se les amenazaba con anatemas; y los que llegaban a la Preparatoria estaban advertidos de que quedarían excomulgados para su época, trazaron nuevos rumbos a la cultura del país. No debemos olvidar nosotros estas cosas, pues ahora se trata igualmente de dar nuevos rumbos a la cultura del país. De vivir en este caos en que nos encontramos, en este ambiente individualista disfrazado de romanticismo y de sentimiento religioso en la sombra, como eje principal de nuestra conducta; yo prefiero señores delegados -y lo digo con toda claridad, con toda sinceridad- que la Universidad se le entregue al clero. Es preferible una escuela católica a una escuela burguesa individualista, romántica, sin orientaciones definidas, porque la falta de orientación es el caos.
En cambio, el católico sabe siempre a dónde va, y cuando es inteligente y es sincero, es respetable. Pero nosotros no podemos respetar, porque no es respetable el individuo que va a la vida sin orientación, con un título universitario a pegarse a los faldones de cualquier político profesional. Y queremos que se salve a México impersonalmente, a la masa. Y no hay otra manera de salvar a la masa que tratando de que la Universidad corrija científicamente, en la posibilidad de su acción, el régimen injusto que nos caracteriza. Ya no comulgamos con las frases huecas ni con los sacrificios de tribuna o de discursos. Hay por desgracia una humanidad que sufre, una humanidad que tiene hambre, no sólo espiritualmente sino también material. Y nosotros queremos seguir discutiendo los valores eternos cuando hay miseria palpable, mugre evidente, mendigos desastrados, masas que están urgiendo el remedio claro y contundente. ¿Seguirá la Universidad discutiendo todas las ideas, todos los principios, para ofrecer al alumno nada más que vacilación y duda? No; la Universidad ya no debe educar para la duda ni en la duda sino en la afirmación.
Vicente Lombardo Toledano,
Polémica Caso-Lombardo, 1933
La polémica es reproducida en la revista electrónica Etcétera (link).
Y la verdad debe proclamarse. Mañana se dirá la verdad de mañana, como ayer se dijo la verdad de ayer. Lo grave es no decir ninguna verdad. Lo grave es decir que las verdades pueden ser todas posibles, en el momento en que no es posible decir más que una verdad. Importa saber la verdad de hoy, y nosotros no preconizamos ninguna cosa cerrada, hermética, porque si es cierto que hay muchos matices en la doctrina socialista, también es cierto que todos los socialismos, sin excepción, sin faltar uno, están de acuerdo con este hecho fundamental: hay una injusticia en el mundo y ésta proviene de la falsa forma de la producción y de la mala distribución de la riqueza material. La única manera de acabar con esta crisis, de acabar con este drama histórico, es socializar lo que hoy pertenece a una pequeña y privilegiada minoría, poniendo al servicio de la comunidad lo que hoy es patrimonio de unos cuantos [...]
Señores delegados: no deseo cansar más la atención de ustedes, pero creo necesario insistir en la afirmación de que no venimos a hacer propaganda de un credo, puesto que la propaganda se hace en la calle. Por otra parte, esto lo digo al menos por mí, creemos que la Universidad no va a realizar la revolución social. Ojalá, pero es imposible. No puede. No sólo no sabe: no puede. La revolución social la harán las masas. Pero nosotros que queremos servir a la masa, tenemos simplemente que cooperar para que las verdades que consideramos ya aceptadas y que consideramos aceptables, se transmitan, de manera que se forme una noción de responsabilidad en cada uno de los bachilleres, en cada uno de los graduados de la Universidad de México, en cualquiera de las instituciones que la representan a través del país. No queremos establecer nosotros un dogma. Queremos únicamente preconizar la verdad, la verdad de hoy, no la verdad de ayer, ya que la verdad de mañana será obra seguramente de otra generación. Nuestro dogma no es un dogma religioso, es un dogma que surge de las entrañas mismas de la tragedia histórica. Ahora bien, si la Universidad no adopta una actitud definida frente a las tragedias, como dice el maestro Caso, el pueblo entonces acabará con la Universidad y habremos hecho un Cristo de la peor especie. La Universidad no puede ser una torre cerrada, cuyos moradores que siempre van a la zaga, que siempre viven a la zaga, sean el ludibrio de las masas. Cuando se transforma un régimen se hace entonces que la Escuela se transforme. ¿Por qué siempre hemos de ser nosotros el pasado de la historia? ¡Ojalá fuésemos el futuro de la historia! Eso queremos: siquiera corresponder a nuestra época [...]
Voy a concluir. No se trata de una cuestión personal. Se trata de algo de enorme trascendencia para la cultura y para el porvenir de México, como dije cuando hablé por primera vez. Recuerden, señores delegados, recuerden sus conocimientos de historia y sabrán que cuando don Gabino Barreda fundó este plantel, cuando don Gabino Barreda estableció la Escuela Nacional Preparatoria, el país entero se conmovió hasta sus cimientos. Entonces la sociedad mexicana, sobre todo la de la clase media y la llamada aristocracia, hizo una propaganda tenaz e inicua, calumniosa y despiadada en contra de Barreda, en contra de los profesores que le seguían, en contra de Juárez, en contra de todos aquellos que estaban con el movimiento de orientación y de reforma cultural. A los reformadores se les escarnecía, se les amenazaba con anatemas; y los que llegaban a la Preparatoria estaban advertidos de que quedarían excomulgados para su época, trazaron nuevos rumbos a la cultura del país. No debemos olvidar nosotros estas cosas, pues ahora se trata igualmente de dar nuevos rumbos a la cultura del país. De vivir en este caos en que nos encontramos, en este ambiente individualista disfrazado de romanticismo y de sentimiento religioso en la sombra, como eje principal de nuestra conducta; yo prefiero señores delegados -y lo digo con toda claridad, con toda sinceridad- que la Universidad se le entregue al clero. Es preferible una escuela católica a una escuela burguesa individualista, romántica, sin orientaciones definidas, porque la falta de orientación es el caos.
En cambio, el católico sabe siempre a dónde va, y cuando es inteligente y es sincero, es respetable. Pero nosotros no podemos respetar, porque no es respetable el individuo que va a la vida sin orientación, con un título universitario a pegarse a los faldones de cualquier político profesional. Y queremos que se salve a México impersonalmente, a la masa. Y no hay otra manera de salvar a la masa que tratando de que la Universidad corrija científicamente, en la posibilidad de su acción, el régimen injusto que nos caracteriza. Ya no comulgamos con las frases huecas ni con los sacrificios de tribuna o de discursos. Hay por desgracia una humanidad que sufre, una humanidad que tiene hambre, no sólo espiritualmente sino también material. Y nosotros queremos seguir discutiendo los valores eternos cuando hay miseria palpable, mugre evidente, mendigos desastrados, masas que están urgiendo el remedio claro y contundente. ¿Seguirá la Universidad discutiendo todas las ideas, todos los principios, para ofrecer al alumno nada más que vacilación y duda? No; la Universidad ya no debe educar para la duda ni en la duda sino en la afirmación.
Vicente Lombardo Toledano,
Polémica Caso-Lombardo, 1933
La polémica es reproducida en la revista electrónica Etcétera (link).
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Actualización: Ver el Minutario de Guillermo Sheridan.
3 comentarios:
Muchas gracias por hacer disponible el link con la clásica controversia Lombardo versus Caso. Debo confesar que conociéndola aún por afuerita le voy a Caso; pero leeré todo ahora que ya sé dónde está.
Me parece que Lombardo Toledano quiere depurarse de cualquier cosa que parezca dogma... a sabiendas quizás de lo dogmático que es el socialismo. ¡Y está bien! El socialismo asume un problema, sus causas y su remedio.
Sin embargo no termina de cuadrarme el papel que el señor Toledano quizo asignarle a la Univerisdad en esta gresca de la historia. Parece profesar un desprecio injustificado al pasado. Además, no asumir una educación socialista no implica lo contrario. No digo que incluso en la universidad actual no podamos hablar de ciertos "aburguesamientos" en el sentido que le da Lombardo: ignorar los problemas de la patria, preocupándose sólo en la proyección profesional individual; eso existe y es, al menos para quien egresa de una universidad pública, lamentable.
Justo Sierra dijo: "cultivar voluntades para cosechar egoísmos es la bancarrota de la pedagogía"
Pero este egoísmo no es consecuencia necesaria de un proyecto educativo políticamente neutral, como el que me parece que proponía el maestro Caso.
Buen sitio, los invito a visitar el blog: ¿Auditorio Che Guevara o Justo Sierra? por la recuperación de los espacios ocupados.
Hago la invitación completa:
http://cheguevara-justosierra.blogspot.com
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