miércoles, octubre 13, 2010

Filosofía y prácticas institucionales

A propósito del último coloquio de estudiantes de filosofía celebrado los días 11 y 12 de octubre en la FFyL de la UNAM, quisiera señalar algunas cuestiones.

Creo que la idea principal era realizar una profunda reflexión crítica y propositva acerca de las prácticas instituidas alrededor de la imagen universitaria y la vida filosófica dentro de la academia. Me parece que la mayoría de los ponentes coincidieron en varios puntos. Entre los que más destaco: que la universidad no es perfecta, que inhibe en muchos casos y en los peores definitivamente entorpece o destierra la creatividad filosófica de los estudiantes. Que propicia la burocratización del filosofar, entorpeciendo la libertad de pensamiento, al subordinar su quehacer a intereses ajenos a la auténtica y honesta reflexión sobre la realidad circundante. Que los filósofos de la facultad tienen fuertes carencias en su forma de practicar la filosofía. Que la filosofía no ha sido producida en atención a guardar un vínculo especial con los temas de interés público. En fin, que la institución universitaria ha llevado a la filosofía a la crisis, cuando había prometido preservarla de desaparecer.

Frente a esta problemática, se ha propuesto que los filósofos abandonen muchas de las prácticas aprendidas en las aulas universitarias para cambiar su propia situación social desventajosa. Por ejemplo: abandonar los aires de grandeza profesional que se elevan y mantienen distancia con el vulgo "ignorante"; abandonar el lenguaje críptico que simula sabiduría pero esconde una profunda incomprensión de los objetos de reflexión filosófica; abandonar la idea de la filosofía como el estudio erudito de las grandes personalidades filosóficas de la historia (europea); abandonar el fervor sucursalero y la avidez de novedades filosóficas. También se propone ensayar medios alternativos de difusión o reflexión filosófica: como invadir la internet, expresar ideas en medios alterativos: gráficos, en audio y video, fundar círculos estudiantiles de lectura, ensayar y propagar categorías originales que respondan a la realidad circundante, que recordemos el compromiso social con las masas para llevarles productos de calidad que les ayuden a comprender de maneras novedosas e iluminadoras la circunstancia que vivimos, ya sea mediante el uso de la herramienta filosófica para el análisis de cuestiones públicas, o bien la democratización de dicha herramienta para favorecer la difusión de su uso.

En lo personal me parece increible que los estudiantes de hoy hallamos heredado los problemas de los estudiantes y profesores de ayer. Todavía no hay un verdadero diálogo entre las distintas tradiciones que pueblan la facultad. Y peor aún: este diálogo inexistente ha conducido a la dispersión intra-generacional y la falta de una solidez suficiente para que la filosofía producida sobreviva fuera de los pasillos universitarios. El diálogo es lo que permite que una filosofía obtenga su peso verdadero. (Es curioso señalar la casi total ausencia de ponentes femeninas y de asistentes de mi generación (2005-2008).) El diálogo comienza entre nosotros mismos, y luego debe mirar más allá de su burbuja de confort hacia otras áreas. Sin esta labor, la filosofía languidece hasta el estertor, y en el "mejor" de los casos la academia sólo conserva momias o fósiles cuyo estudio es estimulado por la mera curiosidad de la erudición arqueológica.

La tarea que se nos impone es llevar a efecto algunas, varias o todas las propuestas sugeridas para dar solución al problema que todos los participantes hemos reconocido en nuestras instituciones. Debemos revivir la filosofía. Quizás la forma de concebir estos mismos coloquios estudiantiles tenga que ser replanteada bajo la problematización que se ha propuesto. Pero no hay que perder el objetivo principal: mantener los lazos que vinculan a la comunidad filosófica con el fin de generar una mejor y más sólida filosofía.


Aquí dejo la liga al texto que escribí para la ocasión.

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