domingo, septiembre 10, 2006

Relatividad-objetividad

Hace algún tiempo, en una clase de Ética 1, la Dra. Rivero ofreció a sus alumnos una noción que, en principio, puede sonar alarmante. Dijo: “Tal vez debamos dejar de ‘satanizar’ al relativismo”. La idea presente en este comentario encierra, asimismo, una cuestión de fondo muy interesante: que el mundo, de hecho, es relativo.
El relativismo, según esta primera noción, es una realidad de la que se parte. Si esto es así, entonces ¿por qué se busca la objetividad en un mundo que, según parece, no es objetivo? Más aún, ¿cabe la objetividad o la absoluta certeza en un mundo relativo?
Ciertamente muchos filósofos y científicos han considerado que el mundo es objetivo y, consecuentemente, explicable. Sin embargo, la conciencia de la humanidad, a lo largo de su historia, ha contemplado que su saber va evolucionando y su objetividad también. De modo que si la objetividad ha cambiado (pues toda evolución es un cierto movimiento y éste, a su vez, es un cambio), entonces la objetividad, en tanto que tal, parece diluirse en el relativismo. ¿Es, por tanto, el relativismo algo en lo que debemos evitar caer, o una realidad de la que debemos partir?

20 comentarios:

rc dijo...

...o entre el relativismo y la relatividad?

Si el relativismo es que cada postura en su individualidad vale lo mismo que otra... yo respondería intuitivamente que para nada que no: la ideología criminal de Aushwitz no creo que valga lo mismo que cualquier otra postura.

Yo creo que habría que partir de la idea de que cada postura o idea es relativa a ciertas circunstancias, a cierto contexto. Y en este sentido es que "valen igualmente". Pero sólo en dicho sentido. Es muy importante que nosotros como filósofos no abandonemos ciertas intuiciones del sentido común (auque suene a prejuicio); es decir, aunque nuestra labor sea la revisión y crítica de las distintas tesis metafísicas sobre las que se sostiene la civilización occidental, me parece realmente alarmante que siquiera consideremos poder dudar también de lo más claro y evidente que se sitúa frente a nosotros: la igualdad (que no identidad) del otro conmigo. Habría tal vez que partir de esto.

Como Spinoza critica a Descartes diciéndole que es imposible que podamos dudar de todas nuestras ideas, pues: el criterio de la verdad es ella misma; es decir, hay ciertas ideas en nosotros de las cuales simplemente no podemos dudar. Ahora, esto es también peligroso. Habrá que tomar en cuenta esto también.

Saludos a todos y espero sean reflexionadas por toda nuestra comunidad estas palabras que escribo arriba. También yo le ocuparé mas tiempo a estas reflexiones y escribiré un post de manera algo más formal.

Carlos V. dijo...

Me parece que Roberto tiene razón. Pero antes
Georgina, en realidad, en este primer acercamiento del problema, en efecto, 'relativo' y 'relativismo' pueden tomarse como términos que refieren a lo mismo, así que no hay diferencia, por ahora.
Roberto, has puntualizado algo muy importante, a saber, que la idea de que una -permítemelo así- opinión indivudual vale lo mismo que otra, intuitivamente tiende a ser rechazada. Sin embargo, opiniones o ideas circunscritas a cierto contexto valen lo mismo, en tanto que contextualizadas. Si es que te he entendido bien, eso es lo que postulaste, si no, por favor házmelo saber. Si lo que he intentado parafrasear es verdad, entonces parece que tenemos dos tipos de relativismos: por un lado, un relativisamo que llamaré "subjetivista" y otro al cual llamaré "circunstancial". Ahora bien, me parece que sigue habiendo un problema. Si lo que dijo la Dra. Rivero es verdad, entonces ambos relativismos (Subjetivista y circunstancial) son una realidad de hecho. El asunto de Aushwitz, fue algo que pasó, de hecho, al igual que la guerra de Irak, y demás. El asunto es que creo que eso de "dejar de satanizar", consiste en dejar de pensar que el relativismo subjetivista es inválido y el circunstancial no. Incluso, la determinación entre cuál de los dos relativismos es válido, apoyándome en lo que ha dicho Rivero, podría tomarse como relativo a una creencia individual y a un contexto determinado. En ambos casos, el relativismo se muestra fácticamente.

Carlos V. dijo...

Esteban, gracias por comentar en nuestro Blog.
Mencionas que el conocimiento que tenemos sobre el mundo es relativo porque nunca entendemos las cosas cabalmente, o como tú mencionas "en su sentido absoluto". Ahora bien, mencionaste que lo anterior no implica que la objetividad no exista. El problema que veo es el siguiente: Si sólo accedemos al conocimiento relativo, entonces ¿de dónde surgió en nuestra mente la idea de la objetividad?
Lo que trato de decir es: Si el mundo, de hecho (e insisto, tomo lo que ha dicho la Dra. Rivero)es relativo, ¿cómo es posible llegar a lo objetivo? En otras palabras, ¿cómo llegar a algo que, de hecho, no existe?
Saludos.

Gerardo Vázquez dijo...

vuelvo de la ausencia, que es causa del olvido.
Carlos, te agrada tocar fibras sensibles a los oídos de algunos, no sé si sabias que no podría evitar pensar estos temas. tengamos cuidado de no caer en extraños argumentos, más aun cuando los conocemos, mira lo que dices "¿de dónde surgió en nuestra mente la idea de la objetividad?" no sé, pero tiene un tinte cartesiano que no me agrada.
la 'objetividad' en la ética es un problema que me concierne, mi postura es defender esa posibilidad para el desarrollo personal y comunitario, tener los parametros que parecen perdidos, por que sino me equivoco, nuestra sociedad sufre el problema de la ausencia de parámetros, para la acción y para el juicio (morales y/o éticos) no estamos muy lejos de eso que llamas relativismo, no entiendo muy bien la distinción, (es cosa mía, no del planteamiento)entre las dos clases de relativismo, pero en todo caso me parece sumamente importante la caracterización que han dado : "una opinión indivudual vale lo mismo que otra" eso es verdad si no tenemos criterios en el cual enmarcar los que sucede.
la 'objetividad' que estoy dispuesto a defender no consiste en encontrar lo bueno en sí mismo. no creo que exista algo así, pero quiero recuperar los conocimientos más aceptados, más universales que puedan fundamentar nuestra práctica moral. ¿por qué? algunos han dicho que me he vuelto loco, yo digo que es la forma de partir de los mismos supuestos(eso es lo más parecido a 'objetivo' que conozco), tener la misma base, y si somos racionales, llegar a las mismas conclusiones.

Carlos V. dijo...

Gerardo, siempre es bueno, bello y verdadero -además de justo- dialogar contigo. Lamento si hiero fibras sensibles, quiero que quede claro: no es mi intención, así que ofrezco una gran disculpa.
El problema de la objetividad y la relatividad, según he notado, se ha enfocado a dos aspectos: por un lado, en la epistemología y por otro, la ética/moral. Esto permite que pueda sacar una hipótesis quizá obvia pero no menos importante, a saber, la ética y la epistemología están íntimamente ligadas. Habrá que discutir esto.
Me parece, Gerardo que cuando dices "la 'objetividad' que estoy dispuesto a defender no consiste en encontrar lo bueno en sí mismo. no creo que exista algo así, pero quiero recuperar los conocimientos más aceptados, más universales que puedan fundamentar nuestra práctica moral." esa forma de pensar contiene en sí una contradicción. Me explico: la 'objetividad' por definición es algo independiente del sujeto. Sin embargo, al decir "[...]quiero recuperar los conocimientos más aceptados[...]", la 'objetividad' se ve -permítemelo así- "trastocada"; es decir, recuperar los conocimientos más aceptados, implica que la 'objetividad' es un asunto de concenso, en tanto que "los conocimientos más aceptados". ¿Cómo es posible, entonces, que algo que por definición debería ser independiente de cualquier sujeto, a saber, la objetividad; resulta, empero, un concenso?
Parece que caemos de nuevo en un relativismo. Tal vez no deberíamos reuírlo sino afrontarlo. No obstante, el propósito que tienes de recuperar los parámetros objetivos del actuar moral, no es un sinsentido ni mucho menos, de hecho, me parece una labor enteramente loable. Ello, a pesar de todo, resulta muy problemático pero no es descabellado.

Anónimo dijo...

Creo que el asunto de la desatanización del relativismo va por el lado del compromiso y la responsabilidad personal que implica el construirse a uno mismo, sin referencias a 'terceros lugares', a una objetividad donde mirarse, compararse y excusarse. Dejemos de buscar nuestra paternidad y hagámonos cargo de nuestra igualdad.

La objetividad...aire fascista.
Hitler ha demostrado que es posible instalar en el sentido comun verdades de estados mentales internos. El cómo de estas construcciones es lo que debería interesarnos, el análisis de la construcción de subjetividad y la intersubjetividad, y no los `cómos' de una objetividad inefable.

Anónimo dijo...

Esteban,

Gracias por el trabajo de tu respuesta. Tenés razón con lo arbitrario de la relación objetividad-política. Igualmente, confieso que me cuesta pensar al hombre haciendo otra cosa que política, en su sentido mas mundano y cotidiano.

En cuanto a Hitler, creo que sí puso en marcha una maquinaria que logro cambiar el rumbo del sentido común de una mayoría alemana (la misma que lo hizo ascender al poder, la misma que luego no se hizo cargo de lo sucedido). Su fracaso me parece dudoso.

Y si, el sentido común parece algo complejo. ¿Que variables lo influyen y cómo? Sería un apasionante analisis para hacer. Yo entreveo 'mayoría' y algo asi como 'bienestar de la mayoría'. ¿uds?

Gerardo Vázquez dijo...

ya he hablado contigo mi buen Carlos, supongo que ya entiendes el sentido de 'objetividad' que estoy dispuesto a defender.
no es externo a los individuos, es por el contrario "el acuerdo intersubjetivo".
por ello hablo de "los conocimientos más aceptados".
velo así, ninguna definición de 'objetividad' que pretenda independencia de los sujetos es plausible, dada su "naturaleza" (independiente de los sujetos) no es comprobable.
aquí hay mucho más de discución, pero es otro tema (me parece).

Gerardo Vázquez dijo...

Sergio, no lo sé, pero tus comentarios tienen aires sartreanos.
yo no pretendo una 'objetividad' absoluta e inefable, solamente superar el problema del "todo está permitido"
en efecto no hay criterios a priori, eternos e irrefutables respecto a los dilemas morales o éticos, pero tenemos comunidades y vivimos en ellas, aceptar que su uso de "bien" y "mal" es el adecuado me parece una insensatez, (hemos presenciado su inutilidad) pero es salvable o al menos es mi intento apelar a la razón para partir de una base común, de los mismos principios para solventar nuestro actual nihilismo, de hecho me parece que enfrentamos otro monstruo que podemos llamar "política mediática", o "hipocresía de masas". ¿que sé yo? nos enfrentamos conla perdida de cualquier tipo de valor y de los argumnetos que los sostenían.
al relativismo del que habla Carlos

Anónimo dijo...

Gerardo,

Comprendo lo que me planteás, pero "recuperar los conceptos mas aceptados, mas universales" me parece un altruismo que,por ignorar facetas políticas determinantes (el juego de fuerzas en tensión entre las masas mismas, donde entran en juego factores tales como el poder económico, el acceso mediático, etc) se hace muy vulnerable a convertirse en la otra subjetividad de la que supuestamente no estamos hablando (aquel "tercer" lugar) y que en nada resuelve el problema.

Creo que estamos muy lejos del relativismo que aquí se plantea, que no excede el marco teórico. En cambio sí veo una red siempre cambiante (y eso imagino que debe ser lo que fastidia) de relaciones de poder, donde mi opinion hoy vale mas que la tuya, pero mañana, no sé.
La pregunta a plantear quizás sea qué hace que una opinion valga mas que otra, y por qué.

El tema de la política mediatica y la hipocresia de masas -hipocresía que mantenemos porque nos conviene, no porque nos es impuesta- también lo veo circunscripto en este campo.

El campo del relativismo solo me parece cobrar validez, cuando se analiza la convivencia aislada de creencias disímiles (porque en las fronteras, en los roces, siempre termina habiendo resoluciones). Y la angustia ante la falta de resolución por un Universal que en esos casos surge me parece que es causa directa de un anclaje en el marco 'teórico' -siempre débil, siempre desbordable- y de una especie de nostalgia por Universales Platónicos Perdidos.

Anónimo dijo...

Encontre otro texto de interes al respecto:
Articulo Antiplatonicos del mundo, unios

Carlos V. dijo...

Antes que nada, ofrezco una gran disculpa por la demora en participar en la discusión. Agradezco mucho los comentarios que han elaborado; Gerardo, Esteban, Sergio; muchas gracias.

He reflexionado mucho sobre sus comentarios y creo, a partir de lo expuesto aquí, que podríamos estar de acuerdo en lo siguiente: la objetividad no puede ser independiente del sujeto(s) y me refiero, desde luego, al sujeto metafísico que mencionó Esteban. Concuerdo con Gerardo en que la objetividad puede ser pensada como un acuerdo intersubjetivo, ello supone que en la base de la objetividad se halla el sujeto mismo. Y, desde luego, también concuerdo con Sergio cuando dice "sí veo una red siempre cambiante (y eso imagino que debe ser lo que fastidia) de relaciones de poder, donde mi opinion hoy vale mas que la tuya, pero mañana, no sé.
La pregunta a plantear quizás sea qué hace que una opinion valga mas que otra, y por qué."
.
En suma, creo que podemos enunciar un acuerdo, a saber, que es el sujeto quien establece -ya sea autoritariamente (como Hitler o Bush), ya sea en conceso (inter-subjetivo)-, lo que es objetivo. Ello implica que la objetividad o, mejor dicho, el establecimiento o acuerdo de ésta, contiene una cierta moralidad que, a su vez, pretende ser objetiva y, por tanto, re-cae en el sujeto.
Siguiendo lo anterior, ¿cuáles son los criterios que fundamentan una objetividad? Al menos sabemos algo: es el sujeto quien establece lo objetivo. La cuestión de fondo es cómo establece los parámetros cuando lo hace.
¿Qué diremos?

Gerardo Vázquez dijo...

Carlos, Sergio
mi postura respecto a la ùltima pregunta de Carlos la he presentado ya repetidas veces, "ciencia" "verdades màs universales" evidentemente habrà que cuestionar los paràmetros y criterios para aceptar algo por verdadero, y lo que me temo es que no podremos recurrir a los marcos y comunidades lingüisticas (cometeriamos una peticiòn de principio o algo asì, solo es un temor ya veremos)
Sergio, en efecto comparto contigo
la idea de que en la definiciòn de que es verdad y que no, juega un papel importante la "polìtica" los intereses de dominio, despues de todo, el sistema cientìfico pasa a formar pate de la "super-estructura".
pero si no me equivoco el valor de verdad de la ciencia escapa a las determinaciones polìticas, no asì el empleo que se hace de ella y las verdades a las que se llega.
claro estoy esperando tù respuesta. pero ¿que diremos? las verdades matemàticas y lògicas cambian o cambiarìan con el cambio de sistema. al menos yo necesito una prueba. (acepto una factica, al fin que no la vas a encontrar)

Anónimo dijo...

Gerardo,
No puedo darte la respuesta que esperabas. O al menos de la manera en que la esperabas. Sí me gustaría apuntar ciertas observaciones para que podamos entre todos profundizar luego esta discusión.

Primero, y para acotar los límites de la respuesta, evito la fácil tarea de demostrar la falta de objetividad en las ciencias mas ‘blandas’ (...) Las proposiciones en todas las disciplinas, deben poder inscribirse en cierto marco teórico. No 'ser verdad' sino 'estar en la verdad' diría Foucault (sino vean que le pasó a Mendel).

Cuando llegamos a las matemáticas, es cierto que encontramos una resistencia al demostrar que “las verdades matemáticas y lógicas cambian o cambiarán con el cambio de sistema”.

¿Por qué esto? Intuyo que porque –y por favor corríjanme, no soy ducho en esto- en las matemáticas, no existe otra cosa que el sistema mismo y su sistema de relaciones (Si tal cosa es cierta, por lo tanto....). Cosa que también creo ver en la música (y no encuentro razonable el acto de enunciar que “las verdades musicales cambian o cambiarán con el cambio de sistema”, aunque suene ‘verdadero’).
Con esto quiero llegar a que quizás el error sea o bien de competencias, o bien de pertinencia de enunciación.

Lo cierto es que si me aventuro a encerrar a la matemática en sí misma, no puedo desatender el hecho de su correlación con la realidad, o negarlo. “¿Como puede ser que las matemáticas, siendo después de todo un producto del pensamiento humano independiente de la experiencia, estén tan admirablemente adaptadas a los objetos de la realidad?” dijo Alberto (Einstein) alguna vez.
Y quizás ahí esta todo el rollo. Sobre esto sólo me declaro capaz de compartir algunas ideas desordenadas:

No estamos hablando ya de ‘las verdades matemáticas’ al buscar la relación Matemáticas – Realidad sino de la fuerza de verdad de las matemáticas mismas.

¿Es una verdad matemática lo mismo que una verdad filosófica? Es decir, ¿se refieren a lo mismo? Yo lo pondría en duda, y pondría la Verdad matemática bien cerca dela validez. Los requisitos de sendas verdades me imagino son distintos.

¿No se relaciona la Matemática con la Realidad de manera metafórica -una cosa en lugar de otra, una analogía? De chicos nos enseñan que no podemos sumar peras con manzanas. ¿Y es acaso la metáfora una relación matemática válida dentro del sistema ‘Matemáticas’? Por lo tanto, ¿es válida desde las matemáticas la relación Matemática - Realidad?

¿Qué son “dos manzanas” sino una metáfora?


¿Era esto lo que estabamos discutiendo?

Gerardo Vázquez dijo...

mi buen Sergio, no eso no era lo que discutíamos, eso lo puedes ver en el blog del buen Esteban.

M dijo...

LA REALIDAD ES PERFECTA

1. Conflicto de inicio

1 Asumo que tenemos una relación conflictiva con la realidad.
2 Parece evidente que esa realidad que percibimos no nos complace en nuestra búsqueda de la felicidad.
3 Creemos, vanamente que la realidad no nos hace felices, porque no se ajusta a nuestros deseos.
4 Puede que eso, no sea exactamente así.
5 Voy a sostener, precisamente, que lo que ocurre es lo contrario.

2. Perfección de la realidad

1 La realidad, sí se ajusta a nuestros deseos.
2 Y lo hace perfectamente, con toda exactitud e inmediatez.
3 Deseamos aquello en lo que creemos y percibimos nítidamente aquello que deseamos, porque creemos en ello.
4 Sólo existe, para nosotros, finalmente, aquello que percibimos.
5 Es por lo tanto nuestra realidad.

3. Percepción errada

1 Pero esta realidad que percibimos, no puede satisfacernos, precisamente, por la distorsión y el forcejeo que continuamente introducimos en ella.
2 La interpretación forzada que introducimos mediante nuestra percepción hace precisamente que, aún percibiendo exactamente lo que dicta nuestro deseo, el resultado no nos satisfaga.
3 ¿Cómo puede eso ser así?.
4 ¿Es que no deseamos todos, ser felices?

4. El deseo erróneo

1 Deberíamos preguntarnos pues qué es lo que deseamos realmente, para que ocurra que cuando éste deseo, se manifiesta en la realidad y se presenta ante mí, lo rechace porque me cause dolor e infelicidad en vez de dicha.
2 Para responder con garantías a esa pregunta es necesario responsabilizarse con sinceridad ante todo lo que nos sucede.
3 Lo contrario sería afirmar que somos víctimas del azar o el destino y que no tenemos el control suficiente, respecto a la realidad, como para garantizar nuestra felicidad y por lo tanto sería como renunciar a ella.
4 Y asumir que este fracaso nos perseguirá durante toda nuestra vida.

5. Pseudo realidad percibida

1 Para rechazar, tan lamentable escenario, es necesario, creer, aunque sólo sea en una hipótesis inquisitiva, que todo lo que percibo, es exactamente, aquello que deseo percibir.
2 Que poseemos el indecible poder de rodearnos del mundo que deseamos.
3 Pero consecuentemente debemos ir más allá, para explicarnos lo que nos sucede.
4 Constatamos que fracasamos estrepitosamente en lo que pretendemos que es nuestro objetivo más obvio, esto es, que buscamos la felicidad.
5 La razón básica de nuestro fracaso no puede ser otra, debemos reconocerlo, que estamos equivocados respecto a aquello que nos hace felices,
6 puesto que, asumiendo nuestra hipótesis,
7 es la realidad del mundo, tal como lo percibimos, la que nos impide obtener y disfrutar de esa felicidad plena.

6. No sabemos qué desear

1 ¿Podemos estar tan equivocados, respecto a eso, que es tan fundamental?
2 ¿Puede ser tal nuestra ignorancia, que a pesar de los continuos fracasos, no atinemos por fin, a desear aquello que nos haga realmente felices?
3 ¿Es tan poco fructífero nuestro sabio método de ensayo y error?.

7. La traición

1 Cabe otra respuesta.
2 Quizás no deseamos, tanto cómo pretendemos, nuestra felicidad plena, más bien nos conformamos con migajas de ella, pequeñas satisfacciones momentáneas que nos impiden descubrir una profunda deslealtad hacia nosotros mismos.
3 Si es cierto que tenemos ese poder de percibir todo según nuestro deseo.
4 ¿Por qué no lo ejercemos a plena satisfacción?.
5 ¿Cuál es el motivo de tamaña traición?.
6 ¿Porqué renunciamos a nuestra felicidad?.
7 ¿Es que le tenemos miedo?.

8. El rechazo oculto

1 Rechazamos nuestra felicidad.
2 Utilizamos nuestra prerrogativa de rodearnos de la realidad que queremos, en contra de nosotros mismos.
3 ¿Y si no le tuviéramos miedo a la felicidad, cómo utilizaríamos este inmenso poder?.
4 ¿Lograríamos crear una realidad plenamente satisfactoria?.
5 ¿Terminaríamos finalmente este continuo procesos de ensayo y error con un éxito pleno y asegurado?.

9. Ausencia de lealtad

1 Sin duda, aceptando tal capacidad y con la única condición de ser plenamente leales a nuestro anhelo de felicidad, no tardaríamos en encontrarla y hacer que ésta fuera incesante y absoluta.
2 Si no le tuviéramos miedo a la felicidad y por consiguiente, no la rechazáramos, terminaríamos por conseguirla plenamente.
3 Y si es así,
4 ¿Qué hay de la realidad previa, antes de introducir esa distorsión descabellada, mediante nuestro inmenso poder, traicionero, de percepción, selectiva, interesada y deformante?

10. Miedo a la realidad

1 Puede que también, a esa realidad primigenia le tengamos miedo, como a nuestra propia felicidad.
2 Puede que nuestra deslealtad hacia nosotros mismos no sea distinta a la deslealtad que le tenemos a la misma realidad al pretender modificarla.
3 ¿ Porqué, sino, despreciamos de antemano la realidad que nos es dada?.

11. Rechazo de la realidad

1 Es cierto, también la rechazamos.
2 En consecuencia, podría suceder, que al igual que le tenemos miedo a la felicidad, también le tengamos miedo a esta realidad.
3 Y que por ese mismo motivo, la rechazáramos.
4 Le tenemos miedo a la realidad que nos es dada, porque nos podría hacer felices.
5 ¿Podría suceder que la realidad que podría satisfacernos no sea más que la realidad que ya existe, perfectamente acorde con nuestros anhelos.?
6 Esta misma realidad de la que nos separamos en este rechazo frontal y que preferimos ignorar mediante una descabellada elección previa.
7 ¿Podría suceder, así mismo, que sólo por ese miedo irracional y traicionero que nos ofusca, nos lanzásemos a inventar otra realidad defectuosa, inmediatamente, sin ni siquiera examinar, con leal coraje, la que nos es dada?.

12. Autoengaño

1 Preferimos cualquier realidad defectuosa que seamos capaces de inventar, con tal de no aceptar la que nos ha sido dada, perfecta.
2 Preferimos auto-engañarnos, dándonos, momentáneamente, por satisfechos, con una relativa y precaria sensación de control ya que en el fondo no ignoramos que somos nosotros mismos los que modulamos esa pseudo realidad a nuestro loco antojo.
3 ¿Cómo somos capaces de canalizar ese inmenso poder para mantenernos separados de nuestra propia felicidad, si no es engañándonos a nosotros mismos, hasta perder noción de nuestra identidad portentosa?
4 ¿Cuánto sufrimiento somos capaces de resistir, antes de renunciar a una elección tan equivocada y volver a la realidad perfecta que tenemos tan a nuestro alcance?

13. El sufrimiento

1 Cuando nos excedemos, en nuestra dosis de sufrimiento, lo que por sí mismo sería suficiente para desvanecer ese auto-engaño tan simple, acudimos a otro engaño aún más traicionero, hasta encerrarnos en un laberinto de terror, impotencia y muerte.
2 ¿Cómo lo hacemos?.
3 Mediante la proyección de todas nuestras fabulosas energías hacia un inexistente "exterior de nosotros mismos".
4 Inventamos entonces el "otro", el "enemigo" que personifica nuestro conflicto con la realidad, para hacerlo culpable de nuestra propia deslealtad, que pugnaba por salir a la superficie y que ahora puede permanecer así cada vez más oculta.

14. Origen del mundo exterior

1 Proyectamos nuestra elección de infelicidad al mundo exterior, hacia ese otro, perdiendo así nuestra, cada vez más precaria, conciencia de control.
2 Escenificamos el intento de recuperar el control mediante más sufrimiento proyectado en el ataque a nuestro "enemigo".
3 Hemos inventado así todas las dificultades y en nuestra lucha falaz por vencerlas no hacemos más que ocultarnos que nuestro verdadero objetivo no ha sido siempre ser felices.
4 Recuperamos así nuestra falsa sensación de lealtad ante nosotros mismos ya que podemos mantener la fantasía de que buscamos nuestra felicidad y que ésta se ve dificultada e impedida, no por nuestra elección responsable, si no por un hipotético mundo exterior,
5 del que ignoramos que nosotros mismos lo hemos fabricado, plagado de impedimentos, conflictos, adversidades, accidentes, enemigos,
6 y de los que le hacemos a él, responsable y culpable.
7 y a nosotros, indefensos ante sus ataques e incapaces, ya, de trasformarlo, dominarlo, de vencer su resistencia.
8 Empleamos la vida entera a conseguirlo infructuosamente, hasta ceder en el desánimo y el cansancio de la muerte.

15. Al encuentro de la realidad

1 Y ahora, ¿ Qué podemos hacer?.
2 ¿Podemos retroceder en ese laberinto de terror, desandar todos los oscuros senderos, recuperar nuestra cordura, vencer este miedo irracional a ser felices, reencontrar la realidad tal como es, recordar el verdadero significado que yace en ella y que quizás nos haría plenamente dichosos?.
3 O seguir insistiendo en una falacia, ya plenamente revelada.
4 ¿Tenemos verdadero acceso a esta realidad tal como es, para proceder a una verdadera investigación?
5 Una comprobación de nuestra hipótesis esperanzada.
4 ¿Podremos deshacernos del hábito de rechazo previo, tan profundamente arraigado?
5 ¿Con qué parámetros podremos juzgar la realidad dada para reconocer si puede o no satisfacernos, puesto que hemos descubierto que ahora ya no sabemos realmente qué es aquello que nos puede hacer felices, ni porqué le tenemos miedo a la felicidad, sin ni siquiera saber en qué consiste ésta?
6 ¿Cómo identificar estos obstáculos y removerlos definitivamente para enfrentarnos abiertamente con la realidad que existe, sin deformarla confundiéndola con nuestras interpretaciones y preguntarle sinceramente si puede hacernos felices?
7 ¿Cómo ir al encuentro de la realidad?.

16. ¿Dónde buscar?

1 Primero tendremos que distinguir claramente la realidad que percibo de la realidad que existe.
2 Para ello tendremos que asumir que la realidad que percibo muestra los significados de mi percepción, puesto que es mi deseo el que la interpreta en cada momento y es por ello que se me muestra cambiante, contradictoria y conflictiva.
3 Es mi deseo el que me traiciona por el miedo.
4 Es mi deseo el que le otorga a la realidad todo el significado conflictivo que percibo.
5 ¿Debería entonces enfrentar la realidad sin ningún deseo preconcebido?.
6 ¿Es eso posible?
7 ¿Si el inmenso poder que le hemos otorgado al deseo de acomodar toda la realidad que percibimos nos traiciona, debemos renunciar a él?

17. ¿Qué desear?

1 Puesto que reconozco no saber lo que me podría hacer feliz y al mismo tiempo también reconozco no saber cuál es el significado que tiene la verdadera realidad,
2 ¿dónde voy a depositar todo este inmenso poder del deseo sin que me dañe de nuevo?
3 ¿Qué debería pues desear, para que la realidad que perciba se asemeje a la realidad que ya existe?.

18. Permanencia de la realidad

1 La realidad que puede satisfacerme no es mas que la realidad que existe y que tiene significado.
2 Esta realidad permanece oculta a mi entendimiento por un esfuerzo incesante por mi parte de modificarla a mi gusto y controlarla a mi capricho.
3 Pero puede que la realidad no se deje modificar a mi capricho y que eso sea una auténtica bendición.
4 Puesto que mi voluntad permanece esclavizada por deseos vanos y volátiles.
5 La realidad a la que daría existencia, si se amoldara a mi deseo, lograría pues esclavizarme sin remedio.

19. La realidad , perfectamente, a salvo, espera mi deseo.

1 ¿Es eso desconfianza hacia mí mismo y derrotismo desesperanzado?.
2 Si mi imagen de mí mismo fuera real, desde luego que sería una situación desesperada y absurda.
3 Es precisamente el mundo, tal como lo percibo, el resultado de mis deseos y de mi libre albedrío.
4 Es ése el mejor ejemplo o lección de lo que este yo, que me he creado, es capaz de hacer.
5 Sin embargo esa realidad que percibo no es la realidad verdadera y por eso digo que si ésta, la verdadera, está a salvo de ese falso yo que constantemente entra en conflicto con ella, pasando de víctima a victimario en cada suspiro, eso es sin duda una auténtica bendición.
6 Pero no puedo quedarme en eso, puesto que si no tuviera acceso a la realidad verdadera no podría jamás ser feliz.
7 Puesto que lo que me hace feliz es el significado de la realidad y este sólo se halla en aquella que existe verdaderamente.

20. Plan de investigación

1 Buscaré entonces la realidad, sabiendo de antemano, que es perfectamente acorde a mi deseo.
2 Desearé, entonces, la realidad tal como es.
3 Encontraré la felicidad en el significado de la realidad, tal como me es dada.
4 Esa realidad, que aún me es desconocida, incluye mi propia identidad.
5 Es una realidad, total e indiferenciada, que me incluye tanto a mi como a mi mundo, en una armónica y perfecta unidad.


21. El trayecto de lo perceptible incondicionado a la percepción condicionada.

1 La realidad percibida no es la realidad verdadera, ésta es total e indiferenciada y permanente.
2 La verdadera realidad, es por lo tanto, perfecta.
3 Sin embargo, incluye también nuestra percepción.
4 Siendo así, esta realidad percibida, es también parte de la realidad, aunque distorsionada, incompleta, parcial, limitada, imperfecta, por nuestra percepción.
5 La realidad perceptible mantiene su perfección incólume, dándose generosamente.
6 Sin embargo, la realidad percibida, está condicionada a nuestra percepción.
7 Y ésta a nuestra interpretación.
9 Y ésta a nuestro deseo.
9 Y éste a nuestra creencia.
10 Y ésta a nuestra voluntad.
11 Y ésta a nuestra identidad.
12 Y ésta a nuestra realidad, la verdad.
13 Sólo cuando la realidad percibida incluya toda la realidad perceptible obtendremos la felicidad y la satisfacción que nos abrirá las puertas a la realidad total.
14 ¿Cómo corregir , hasta completar, nuestra percepción, sesgada anticipadamente.?

22. Corregir el error

1 Equivocamos nuestra percepción en dos niveles, el sensitivo y el interpretativo.
2 El sensitivo se perfecciona mediante la naturaleza, la evolución.
3 Poco debemos preocuparnos de ello, simplemente dejar que siga su curso, sin estorbar ni interferir en sus leyes.
4 El interpretativo, sin embargo, se perfecciona mediante la mente, el alma supranatural.
5 Ahí si, tenemos el control y la responsabilidad.
6 ¿Qué podemos hacer, para corregir nuestra interpretación?
7 Equivocamos nuestra interpretación en dos niveles, el deseo y el juicio.

23. El poder del deseo, la voluntad

1 El deseo se perfecciona mediante la creencia, extinguiéndose a sí mismo, trascendiéndose en la voluntad.
2 Si sólo podemos desear aquello en lo que creemos.
3 Y dejamos de creer en aquello que percibimos.
4 ¿Dónde colocamos nuestro deseo?
5 Podemos creer en que la realidad perceptible nos hará felices, a condición de no cometer de nuevo el error de creer en la realidad percibida.
6 Así trascendemos los errores de la percepción, cambiando continuamente nuestra interpretación y ejerciendo la voluntad de creer en aquello que aún no percibimos,
7 pues la realidad perceptible no se ha desplegado completamente ante nuestros ojos, si no obtenemos, aún, la más completa felicidad.
8 Eso es, total apertura, total confianza, total escucha.
9 Total compromiso con lo que la realidad nos quiera mostrar,
10 sin más deseo que una voluntad creativa, acogedora y benevolente hacia esa realidad que se muestra paulatinamente.

24. El poder del juicio, el perdón

1 Si la realidad percibida por una interpretación errónea nos muestra imperfección, sufrimiento y culpabilidad?
2 ¿Cómo juzgar a la realidad, perfecta, benevolente, inocente?
3 ¿Cómo realizar ese juicio definitivo?
4 Suspendiendo el juicio intermedio, incompleto, falseado.
5 La víctima y el verdugo, el vencedor y el vencido, son papeles intercambiables, temporales, aparentes.
6 Atribuirse cualquiera de ellos, creyendo en la ilusión de una interpretación errónea, divide la realidad, aleja en el tiempo la única sentencia posible, definitiva, equilibrada y justa, la inocencia.
7 El juicio se perfecciona mediante la identidad, extinguiéndose en la verdad ( que es la Realidad).
8 La creencia anticipa, acercándose a la realidad, trascendiendo la percepción, hasta extinguirse en el conocimiento completo y unitivo de la realidad (que se incluye a sí mismo, en ella).
9 La identidad experimenta mediante la conciencia de separación, la realidad perceptible, hasta extinguirse en la unión de voluntad con ésta.

25. lo que no encaja

1 Si el poder del deseo es sólo el de modificar nuestra percepción.
2 El mal es sólo error de percepción.
4 No existe en el exterior,
5 ni en el interior de nuestra mente si no es antes aceptado por nuestra interpretación.
6 La realidad verdadera y la perceptible permanecen intocadas, a salvo por siempre en su perfección.
7 La realidad percibida, en cambio, es sólo ilusión temporal, perecedera, cambiante.
8 En esa ilusión vemos el mundo que no puede satisfacer nuestros deseos, o hacerlo de forma temporal e incompleta.

26. Oportunidad y propósito

1 La realidad perceptible es la oportunidad de desvanecer la ilusión, completando y corrigiendo nuestra percepción.
2 Esta realidad perceptible nos es dada con el propósito de perfeccionar nuestro deseo que es creencia desleal en la ilusión, hasta descubrir el poder de nuestra libre voluntad, que es creencia fiel en la realidad.
3 El poder de nuestra voluntad es el mismo que el de la creación de la realidad, total, indiferenciada y permanente, puesto que nuestra voluntad es la misma e idéntica a ella.
4 Comprobar una y otra vez que la ilusión no satisface nuestros deseos, a pesar del enorme poder de percibir siempre la realidad conforme a ellos, nos permite renunciar a los mismos, cambiando nuestra creencia, respecto a lo que nos hace felices.
5 Cambiar nuestra creencia, respecto a lo que nos hace felices, es cambiar nuestra creencia respecto a quienes somos, puesto que siempre somos leales a quién creemos ser.
6 Ser leales a quién creemos ser, es no ser leales a quién realmente somos, cuando la ilusión nos lo oculta.
7 Así es como la realidad perceptible, que nos es dada, termina por disipar la ilusión, a condición de percibir de forma correcta.
8 atravesando, engaño, sufrimiento, culpa y separación,
9 hasta trascender el miedo a la realidad sobre nosotros mismos y el mundo, en amor total, indiferenciado y unitivo hacia la verdadera Realidad.

27. Raíz del conflicto

1 El invento de ese “otro”, de ese “mundo exterior”, forma parte de la realidad percibida, mediante esos mecanismos de percepción erróneos, (deseo y juicio).
2 Es un invento acerca de todo lo que rechazamos ser nosotros mismos, para hacerlo así ajeno y en conflicto.
3 Con lo que tergiversamos también, aquello que somos, creyendo ser algo distinto de la realidad,
4 al sufrir, aquello que realmente somos, la amputación de todo lo exterior y ajeno.

Anónimo dijo...

¡Que viva el sueño taxonómico decimonónico!Esta discusión hace rato se desvió de sus cauces...

Anónimo dijo...

"Es gibt gar keine moralischen Phänomene, sondern nur eine moralische Ausdeutung von Phänomenen"

...


"The soul is born, he said vaguely, first in those moments I told you of. It has a slow and dark birth, more mysterious than the birth of the body. When the soul of a man is born in this country there are nets flung at it to hold it back from flight. You talk to me of nationality, language, religion. I shall try to fly by those nets."

...


"Si P entonces Q, cucurrucucú"

...

"Pau Rivero Weber y Juliana González han relativizado el buen gusto en el vestir, eso es inmoralidad pura, pura inmoralidad...¿todo claro y distinto?"

...

Anónimo dijo...

Yo creo que eres gay, pero es relativo, puedes no serlo.

Anónimo dijo...

ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO EL COMENTARIO SOBRE LA INMORALIDAD DEL VESTIR DE JULIANA Y RIVERO.PERO CREO QUE A RIVERO WEBER NO SE LA PERDONABA Y SIN TEMOR DE CAER EN UN RELATIVISMO SEXUAL.