Dios en plano cartesiano

En un sentido cuasi ontológico, Descartes comienza su cuarta parte del discurso del método, afirmando algo muy serio; a saber, que en lo que toca a las costumbres, a veces es [o parece ser] necesario tomar como ciertas e indudables, algunas afirmaciones sumamente dudosas [no estoy citando]. De este modo, lo primero que pone en la mesa Descartes, es el añejo problema "del dar por supuesto^[1]"; problema que, en el caso del presente autor, parece ser algo [un sentimiento de malestar] que se arrastra desde sus años como estudiante ^[2].

Sin embargo, lo que distingue a Descartes de intentos anteriores, es que su búsqueda por la llamada "verdad" aparece como un proceso matemático en el que es necesario desembarazarse de todo en lo que pueda imaginarse, o sembrar cualquier clase o modo de duda. De este modo, y partiendo de lo anterior, sistemáticamente se desecharán una a uno las ideas que más fácilmente les sea posible engendrar algún modo de duda ^[3].

Así, los sentidos aparecen claramente como la opción más obvia de donde puede un hombre equivocarse. Ej. El metal que parece doblarse al entrar en el agua pero que, en realidad, no se deforma.

Luego, La posibilidad de ser engañados por la mente. Ej. A veces creemos haber resuelto satisfactoriamente un problema cuando en realidad no lo hemos hecho de tal modo

Después, en escala de dificultad y complejidad, viene la opción de ser engañados por la conciencia. Ej. Creer que se está despierto cuando en realidad se está soñando.Finalmente, la idea de ser engañados por una entidad ajena a nosotros. Ej. Un genio lleno de maldad que nos confunde en nuestros juicios, tomando a lo falso por verdadero y a lo verdadero por falso.

Es bien sabido que Descartes ofrece una solución al problema con la famosa tesis del "pienso, luego existo"; es decir, que el primer punto de referencia necesario y del cual podemos partir con plena seguridad de su certeza, verdad e infalibilidad, es el hecho de pensar y que de ello se deriva teóricamente el existir. Esto representa un buen problema a tantear de forma "filosófica" si tomamos en cuenta que, lo que se pone en juego aquí, es la preponderancia del pensamiento sobre el contenido empírico del mundo; y lo es en tanto que, el pensar, aparece como la condición sine qua non de toda posibilidad de existencia.

- Pienso, por lo tanto, soy.
- Luego, pensar es poder dar cuenta de mi existencia y existir es, en el hombre, su propio pensar [ser cosa pensante].

He de confesar aquí, que me parece sumamente interesante esta nueva configuración a partir del YO, ya que, a través de la historia, bajo ciertos paradigmas de investigación científica y entendimiento del mundo o universo, no había forma de dudar del objeto externo [res extensa]; de modo que era el sujeto quien se adaptaba al objeto y, entre mejor aprehensión hubiera de este, más verdadero era lo que se enunciaba.

En Descartes, por el contrario, la certeza o juicios verdaderos, surgen a partir de la generación de proposiciones lógicamente necesarias ^[4]; es decir, que el hecho de que éstas no digan algo de el objeto como tal carece de toda relevancia, ya que su existencia en tanto res extensa, resulta trivial.

Otro elemento interesante en el discurso cartesiano, es la idea de la perfección; ya que, si bien la verdad está determinada a partir del pensamiento diseccionado por la duda metódica, habría, en todo caso, mucha más perfección en el conocer que en dudar. Esto resulta obvio si tomamos en cuenta que si conociéramos las verdades sin necesidad de su análisis, nunca seríamos engañados [ni por nuestros sentidos, ni por nuestra mente, ni por el genio malvado] y, por lo tanto, la duda "metódica" no sería necesaria.

Sin embargo, resulta curioso que, no sólo exista en nuestra mente una avidez cuasi innata de conocer, sino que aun más... tengamos, por alguna extraña razón, la noción o idea de la perfección nosotros, seres imperfectos en demasía; cosa que, según Descartes, sería imposible en prácticamente cualquier otro sistema.

Podemos dar cuenta de la existencia de lo perfecto, casi como referencia, aun siento muy imperfectos

La respuesta de Descartes es clara: Dios puso la idea de la perfección en nuestra mente; sin embargo, algunos estudiosos critican fuertemente este argumento, ya que recurre en su pretensión de validez, a la falacia o errata por círculo vicioso. Esto es, que un argumento explique su concusión mediante alguna de sus premisas; algo así como una máquina de movimiento perpetuo, en palabras más burdas.

En el caso del argumento cartesiano, la veracidad del contenido mundano [en tanto su garante], se explica o sustenta a través de la existencia de un ser buenísimo, perfectísimo y bondadosísimo; a saber, Dios. Sin embargo, la existencia de ese ser [Dios], se explica o argumenta a partir del hecho de que ha sido él [Dios] quien ha puesto la idea de sí [idea de perfección] en la mente de los hombres. De este modo, sobra decir que hay algo, al menos de manera intuitiva, que parece sospechoso en el argumento; y es que, como ahora es obvio, Descartes sostiene la existencia necesaria de Dios, en el hecho aparente de que lo podemos pensar por haber puesto su propia idea en nosotros.

En palabras más claras, sería algo así, como que:

- Nosotros, seres imperfectos, tenemos la idea de perfección en nuestra mente.

- Una idea sólo puede llegarle a alguien desde sí, o desde alguien o algo más.

- Pero el hombre, en tanto que es imperfecto, no puede generar la idea de la perfección por sí mismo. Por lo tanto, alguien o algo debió ponerla en él; a saber, un ser que sí sea perfecto.

- Por lo tanto, Dios debe existir necesariamente

Sin embargo, algo interesante es que, aun cuando resulta problemática su justificación, la existencia de una entidad como la de Dios, es absolutamente necesaria en el sistema cartesiano; ya que, una vez que se asume al YO y su existencia necesaria como primer criterio de verdad, resulta igualmente necesario desprender, al menos en forma teórica, un ser que evite un solipsismo radical; es decir, que el hombre individual sea el creador del mundo. Y es que, como espero sea obvio, se estaría eliminando de golpe toda posibilidad de un conocimiento que pueda ser considerado como "universal", "verificable" y por lo tanto "común" o “científico”.

Así que, en pocas palabras, si no existiera Dios en el sistema cartesiano, se eliminaría por completo y de un solo golpe, no sólo la posibilidad de la ciencia y la filosofía como tales, sino que, a demás, todo criterio de eticidad en el comportamiento humano.

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[1] Este es un problema recurrente en la historia de la filosofía [revisar Sócrates, Platón, Aristóteles, etc]

[2] Descartes se queja con cierto dejo de amargura sobre los métodos pedagógicos de su tiempo; a saber, el abrazar como dogma aquello que los comentaristas de ciertas "autoridades intelectuales" tenían que decir sobre algún tema en especial.

[3] Es necesario recordar que, en capítulos anteriores, Descartes describe el proceso para encarar y resolver problemas: òa) Separar el problema en cuantas partes sea posibles. òb) Comenzar con las dificultades más simples y seguir en orden hasta las más complejas.òc) Verificar cuantas veces sea necesario para estar ciertos que no es posible estar equivocados.

[4] Que no pueden ser de otro modo.