Por Carlos Vargas
Dadas las premisas y la conclusión que presenta Roberto sobre el antagonismo entre “indeterminismo” y “libertad metafísica”, resulta que es incompatible que un sujeto determine algún evento futuro a través de sus deliberaciones, al tiempo que dicho evento puede prescindir de ellas. Para ser más precisos, el “indeterminismo” consiste, justamente, en la imposibilidad de determinar cualquier evento futuro mediante el pensamiento (o deliberación) del hombre. La “libertad metafísica”, según creo que piensa Peter Van Inwagen, consistiría en la posibilidad de determinar, merced al pensamiento, un evento futuro. Dado que esto último es lo que no se puede de acuerdo con el “indeterminismo”, entonces ambas posturas son contradictorias entre sí y, desde luego, incompatibles. Además, resulta una labor hercúlea sostener la idea de la “libertad metafísica”, porque, en rigor, es imposible demostrar, con absoluta certeza, que un evento procede de la deliberación de un agente racional y no por obra del azar. Por consiguiente, la “libertad metafísica” se torna una idea muy cuestionable. Dicho argumento, según nos muestra Roberto, va en contra de quienes plantean la posibilidad de hacer compatibles la “libertad metafísica” y el “indeterminismo”; aquellos que plantean esta compatibilidad son conocidos como “libertarianos”.
Dadas las premisas y la conclusión que presenta Roberto sobre el antagonismo entre “indeterminismo” y “libertad metafísica”, resulta que es incompatible que un sujeto determine algún evento futuro a través de sus deliberaciones, al tiempo que dicho evento puede prescindir de ellas. Para ser más precisos, el “indeterminismo” consiste, justamente, en la imposibilidad de determinar cualquier evento futuro mediante el pensamiento (o deliberación) del hombre. La “libertad metafísica”, según creo que piensa Peter Van Inwagen, consistiría en la posibilidad de determinar, merced al pensamiento, un evento futuro. Dado que esto último es lo que no se puede de acuerdo con el “indeterminismo”, entonces ambas posturas son contradictorias entre sí y, desde luego, incompatibles. Además, resulta una labor hercúlea sostener la idea de la “libertad metafísica”, porque, en rigor, es imposible demostrar, con absoluta certeza, que un evento procede de la deliberación de un agente racional y no por obra del azar. Por consiguiente, la “libertad metafísica” se torna una idea muy cuestionable. Dicho argumento, según nos muestra Roberto, va en contra de quienes plantean la posibilidad de hacer compatibles la “libertad metafísica” y el “indeterminismo”; aquellos que plantean esta compatibilidad son conocidos como “libertarianos”.
Me parece que las dudas en torno a la compatibilidad o incompatibilidad de estas posturas obedecen a que no terminan de ser claras, en especial la “libertad metafísica”. Me gustaría, entonces, ensayar un acercamiento de tipo fenomenológico a dichos conceptos para brindar, si no una crítica al argumento, por lo menos otra visión en torno a la discusión que se lleva a cabo.
En primer lugar, deseo sondear lo que hemos de entender por “indeterminismo”. En efecto, resulta evidente que dicho término hace referencia al hecho de que no existe nada que sea determinado por un antecedente de cualquier índole. Visto así, el “indeterminismo” derroca el Principio de Razón Suficiente, ya expuesto desde Leibniz (Nihil fit sine ratione) porque los eventos acaecidos en el mundo deberían darse sin necesidad de una causa (o razón) que los anteceda; se darían –como se dice cotidianamente– “por azar”. Según esto, resulta imposible conocer la causa de cualquier cosa, en tanto que in-determinada. No obstante, queda la duda de si el azar no puede hacer las veces de causa. En efecto, que desconozcamos la causa de un evento, no implica que aquélla no exista. Por otro lado, podemos pensar que el “indeterminismo” no implica que nada tenga un antecedente que lo determine, sino que, en todo caso, lo indeterminado de un evento es su “causa específica”. Por ejemplo, si vemos la calle mojada, lo indeterminado de este evento consistiría en ignorar si está mojada porque llovió o porque una pipa regó el pavimento, o porque hubo una fuga del drenaje, etc. Así, dado un evento, ignoramos la “causa específica” de éste y, por ello, decimos que es indeterminado o producto del azar. Quizá, llevando al extremo el pensamiento indeterminista, alguien podría pensar que todo evento proviene ex nihilo, pero aún en ese caso, la nada sería una causa.
Atendamos a los eventos mismos. Según parece, todo evento posee una característica común, a saber, el venir-de o provenir-de. De acuerdo con esto, cualquier evento proviene de algo, incluso si proviene de “la nada”. Lo que sugiero es que no existe nada que no provenga-de o venga-de; con ello quiero decir que no es tan relevante la causa específica desde la cual un evento se gesta, sino el hecho de que aparece a partir de algo: todo evento se da por “alguna razón”. En este sentido, el “indeterminismo” confunde el hecho de conocer la causa de un evento, con el hecho de que todo evento es causado. Lo primero implicaría saber, claramente, qué determina a un evento y esto no siempre es posible. Lo segundo significaría notar que todo proviene-de, aunque se desconozca la “causa específica”. Que algo provenga-de implica que aquello de lo que proviene confiere sentido y lo determina. De modo que si todo posee la estructura provenir-de, entonces está determinado de alguna manera, pero determinado al fin. Esto, sin embargo, no debe confundirse con el hecho de que, lo que determina, lo hace unívocamente; porque si pensamos así, entonces sería factible descubrir aquello que determina, a partir de lo determinado. La estructura provenir-de, demuestra que hay determinación pero no revela lo que determina específicamente. En el ejemplo de la calle mojada, es claro que dicho fenómeno proviene-de alguna razón o causa y, en ese sentido, está determinado; mas resulta inaccesible (al menos en primera instancia) lo que determinó específicamente tal evento.
Así pues, el “indeterminismo” se revela como un problema epistémico. La no-determinación se da en la imposibilidad de no captar lógica o racionalmente (e incluso discursivamente) la causa o el antecedente “específico” de algún evento. Esto implica, entonces, que el “indeterminismo” no es una cualidad ontológica de la realidad, sino un asunto epistémico y, por tanto, relativo a un sujeto.
De acuerdo con lo que se entiende por “indeterminismo”, la libertad de determinar un enveto futuro a través de la deliberación sería imposible, en tanto que la no-determinación implica que los eventos acontecen independientemente del pensamiento de cualquier agente racional. Según alcanzo a comprender, Van Inwagen sugiere que la “libertad metafísica” consiste en que un individuo tiene la posibilidad de, mediante deliberaciones, determinar un evento futuro. Ahora bien, de acuerdo con el post que Roberto escribió sobre el misterio de la libertad metafísica, Van Inwagen piensa que los agentes racionales, en concreto los hombres (aunque podría ser cualquier ser racional que se comporte como el hombre), deliberan porque se ven condicionados por aquello que los circunscribe, el entorno, la cultura, sociedad, etc. Van Inwagen, además, concibe al “determinismo” como el hecho de que todo evento está determinado por una causa específica y, por tanto, el futuro sería unívoco. Por esta razón, la deliberación, esto es, la “libertad metafísica” sería incompatible con el “determinismo” en tanto que no habría opciones sobre las cuales deliberar. Por otra parte, el “indeterminismo” es concebido por el pensador como el hecho de que no hay causas (acaso específicas) de los eventos y, por ello, el futuro se presenta múltiple; si esto es así, el azar impera y la deliberación también resulta irrelevante. Por tanto, la “libertad metafísica” es incompatible con el “indeterminismo”, también.
Como he mencionado, lo que Van Inwagen parece entender por “libertad metafísica” es el hecho de discernir, mediante deliberaciones, algún evento futuro. Esta idea, empero, se opone al “determinismo” y al “indeterminismo” porque parecen ser comportamientos de la realidad, independientes del sujeto. Dicho en otros términos, el hecho de que todo tenga sólo un futuro posible (“determinismo”) o diversos e incontrolables futuros posibles (“indeterminismo”), no tiene que ver con la deliberación del hombre; ambos serían una especie de “realidad en sí”.
El problema de la “libertad metafísica” consiste, según creo, en atribuirle al hombre una potestad sobre eventos futuros cuando éstos le avienen con o sin su consentimiento. El error, pues, parece ser el hecho de que no hay manera de demostrar que la deliberación es el factor decisivo en el porvenir de un agente. La deliberación es el gozne de la “libertad metafísica”, por lo que no sería improductivo volver a generar las preguntas: ¿qué es deliberar? ¿En qué sentido se relaciona con la libertad y con la metafísica?
Podemos afirmar que deliberar es un acto de consideración. La deliberación permite la elección de algo después de meditar acerca de las consecuencias de las opciones. Deliberar permite que nos proyectemos hacia el futuro, mirando lo que “sería mejor” para nosotros. La deliberación no es elección y, además, ésta no siempre se guía por aquélla. Pero, por otro lado, deliberar implica suponer que lo elegido tendrá exactamente las consecuencias pre-vistas y, muchas veces, no se toma en cuenta que lo imaginado en la deliberación no es siempre lo que sucederá de hecho. El futuro de un evento no es necesariamente lo que el agente crea que será. La deliberación requiere el supuesto de que el futuro responderá tal como se lo plantea el sujeto: en la deliberación, el azar no puede ser un factor esencial.
La relación entre la deliberación y la libertad parece, en principio, bastante clara. La libertad se manifiesta en la posibilidad de elegir entre opciones. Elegir supone libertad de decisión y para esto último se requiere la deliberación. Sin libertad no tiene sentido el acto de de-liberar. Pero, ¿qué relación tiene esto con la metafísica? ¿Qué posibilita a Van Inwagen para hablar de una “libertad metafísica”? Éste es el misterio. Quizá la limitación de este pensador se halla en que no queda claro el sentido de ‘metafísica’ en la “libertad metafísica”. Es posible que la noción de “metafísica” sea la que genere las múltiples confusiones en torno a la discusión que se ha tratado.
Quizá, y para continuar con la discusión, habría que preguntarnos en qué consiste lo metafísico de la libertad para, con ello, esclarecer lo que Inwagen entiende por “libertad metafísica”. Entre tanto, no puedo más que concluir que, en efecto, las nociones de “determinismo” e “indeterminismo” no sólo son incompatibles entre sí, sino también con la deliberación sobre eventos futuros que tenga un sujeto (nótese que antes identificaba esto con “libertad metafísica”, pero dado que habría que esclarecer lo metafísico de la libertad para dar razón de dicha noción, sólo la enuncio como deliberación). Dejo pues, que quien se interese por este problema, nos ayude un poco en su esclarecimiento; para ello dejo formulada la pregunta, de nuevo: ¿qué es lo metafísica de la libertad para hablar de una “libertad metafísica”?
2 comentarios:
Espero, queridos colegas, que esto nos incite a retomar nuestras siempre fecundas discusiones. Saludos.
Creo que con el ensayo que publico arriba, respondo a varios de tus señalamientos. El ensayo lo entregué como trabajo final el semestre de primavera de 2008, pienso escribir otro texto con mis consideraciones actuales acerca del problema de la libertad metafísica. Saludos.
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