jueves, marzo 20, 2008

Ideología universitaria

Hola amigos y demás gente contemplativa. He seguido más o menos la polémica que se cargan sobre la desafortunada participación del tal Mota. Me preocupa el posible olvido y justificación del asesinato de nuestros compañeros y connacionales que podrían esconderse tras los siguientes argumentos:

1) La pluralidad de ideas en la UNAM impide la generalización "La UNAM es cuna de guerrilleros".
2) La filosofía es teórica y desinteresada: lo que de ella se haga es cosa de cada quién.
3) Hay muchos estudiantes y profesionistas egresados de las facultades calumniadas que se desempeñan con éxito en la academia y otros lugares respetables...no como una minoría desorientada.

Sin duda es loable la defensa que mis "estimados colegas" hacen del gremio...pero de pronto, si se me permite usar una imagen, pareciera que la oveja blanca se apresura a quitarse las manchas de sangre que el lobo sapilcó al devorar a la oveja negra, creyendo así salvarse de ser confundida y también devorada. De este modo, el argumento de la pluralidad de ideas revela su caracter ideológico y parcial que desde el principio tuvo con aquella defensa que hizo Antonio Caso, el ferviente cristiano, ante Lombardo Toledano, el fanático marxista. Aqui sólo quiero apuntar la necesidad de discutir el significado del principio liberal de la "pluralidad de ideas", y señalar también su posible uso ideológico, esto es, el de justificar la violencia ejercida por ciertos intereses sociales sobre otros, confrontación que nada tiene que ver con los supuestos intereses "racionales" del individuo "libre".

En segundo lugar, que la filosofía es teórica y desinteresada, es también una afirmación que hiede a un interés particular, a una práctica determinada en sus condiciones políticas o sociales que se desentiende de otras prácticas, o incluso legitima su represión. Pareciera que la tolerancia a la "pluralidad de ideas" se circunscribe a una actividad que considera ciertas "ideas" como su objeto, mostrándose intolerante o indiferente a otras ideas y prácticas. Al respecto ¿Por qué la filosofía que hacemos en la facultad se limita muchas veces a comentar los autores de "nuestra tradición milenaria"? ¿Quiénes y por qué integran la tradición determinados autores? ¿Acaso la reflexión que ahora llevan a cabo los "polemos" no es filosofía, y si lo es, por qué no es regularmente fomentada y cultivada en la academia?

Por último, los profesionistas abocados a la producción y circulación de lo que han definido como "ideas", "teorías" o "discursos", bien pueden cobrar un respetable sueldo en la academia, periódicos u otras instituciones, por su desinteresado amor a la sabiduría. Claro, esto mientras no se entrometan en asuntos indignos donde pierdan su fuero teórico, su intachable blancura objetiva y neutra, limitándose a formular "críticamente" los presupuestos metafísicos y epistemológicos del actuar lobuno.
Me parece que el ataque a la UNAM no es asunto de ignorancia por parte de los empresarios, sino consecuencia de su ferrea convicción, nada plural ni tolerante, de rendir toda dignidad o valor al servicio de sus intereses. Inútil me parece entonces eludir la confrontación recurriendo a una presunta imparcialidad académica, cuando no se intenta más inutilmente de mostrar afinidad de intereses.
Espero que la multitud de afirmaciones sin argumentar fomente las objeciones a mi texto y no sólo adherencias o indiferencia.
Pa quienes tengan tiempo, asómense a estos dos artículos que aparecieron en la jornada, según yo hablan un poco de la imposible neutralidad del saber.
http://www.jornada.unam.mx/2008/03/12/index.php?section=opinion&article=020a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2008/03/11/index.php?section=opinion&article=020a1pol

Un saludo.

3 comentarios:

rc dijo...

No dudo que la idea de filosofía que "opera" en la facultad tenga su propia genealogía, sobre la que podríamos ser suspicaces. Bien podemos disentir de ella y creer, por ejemplo, que la filosofía no es únicamente comentar viejos libros llenos de polvo, que también es praxis y pueden derivarse consecuencias prácticas a realizar en nuestras vidas. Yo creo que esto también -como todo tema en filosofía- es debatible.

No soy ingenuo. Comprendo la inquietud que tienes: también hay un llamado a defender -al cargar la bandera de la pluralidad- a aquellos que creen en la praxis filosófica. Aún cuando alguien reprueba la intervención de mexicanos en conflictos internacionales, no he hallado en el gremio quien apoye la represión contra ellos. No creo que nosotros mismos -quienes respondimos a Mota- nos hayamos "lavado las manos" simplemente. En mi caso, por ejemplo, me inclino más por la idea de que las acciones corresponden a los hombres y no a los filósofos. Pero esto no quiere decir, en ningún caso, que crea que la filosofía es ajena al mundo de la praxis, no: justamente las unen los hombres y sus actos día con día.

No me lavo las manos y repruebo a los mexicanos hallados en Ecuador. Muchos hemos permanecido mudos -por decirlo así-, neutros respecto a ello, porque, al parecer, dar un juicio positivo o negativo al respecto, en tanto que filósofos, significaría comprometer a todo el gremio a actuar o no de la misma manera; lo que sería una posición muy difícil de defender. Debería tal vez nuestro silencio interpretarse precisamente como una actitud de tolerancia a la pluralidad de ideas, no como la aceptación de la moral represiva del sistema y nuestra redención a través de ella.

Lo que señalas es, sin embargo, importante; la situación de México en materia de libertad de expresión es lamentable. Como mexicanos y como filósofos nos corresponde pronunciarnos en contra de ello; el sistema reprueba tales acciones de maneras nada políticas (es decir, violentas como las declaraciones de Jorge Castañeda), y entonces a nosotros nos corresponde delatarlo y criticarlo, en todo caso, explicitar su falta de fundamentos. La tarea es, pues, no mantenernos silentes y distantes con respecto a la libertad de los otros, sino también defenderla a capa y espada.

"Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo" (Voltaire)

* * * * *

Que, por otro lado, no es lo mismo a defender las acciones de los demás: no es lo mismo un simple decir que todo un actuar. Es todo un problema del Derecho internacional la intervención de ciudadanos extranjeros en los problemas domésticos de cada país. Ciertamente tenemos en la historia muchos casos en los que ha habido participación de ciudadanos mexicanos en las luchas liberales contra las grandes potencias; pero intentar derivar de estos antecedentes una justificación para ello, no parece plausible. Antes que otra cosa habría que hacer explícito, premisa a premisa, el problema que supone la intervención de nuestros ciudadanos en el Ecuador. Una tarea para la que les pido su contribución.

Robertson dijo...

El punto que se ha tocado en este post me parece interesante, especialmente por mover una fibra sensible, en la cual dice que los estudiantes de filosofía “pasaron por alto un tema relevante” mientras descuartizaban y crucificaban a Carlos Mota en una apología a la utilidad filosófica. El punto en cuestión es “si acaso, en vez de discutir los errores inductivos y posible falta de cultura o criterio del señor Mota, debimos avocar nuestros esfuerzos reflexivos a la trágica muerte de estudiantes mexicanos en las FARC, a manos de tropas colombianas en territorio ecuatoriano”

Ahora bien, tenemos aquí a un grupo de estudiantes mexicanos viajan a Sudamérica para apoyar físicamente a un movimiento como las FARC; sin embargo, lo que los destaca de casi cualquier mexicano que viaja en el comienzo de una nueva empresa, es su muerte por asesinato. El problema, por otro lado, es que al viajar a Sudamérica, lo hacen en plena conciencia y ejercicio de su libertad para apoyar éste u otro movimiento, del mismo modo en que yo lo haría si decidiera unirme a una secta diabólica o a la iglesia anglicana.

No pienso exponer aquí lo justo o injusto del movimiento por parte de las FARC, pues siendo sinceros, no tengo elementos suficientes, en tanto el conocimiento de la situación política y económica colombiana, así como en tanto el conocimiento de los métodos de acción y financiamiento de dicha organización, como para emitir un juicio a favor o en contra de sus estudiantes mexicanos adheridos. En lo que me parece puedo opinar, es en el hecho mismo de haber estudiantes incorporados [aun en forma de “agregados culturales”] en una guerrilla; y es que, me parece que la sin razón, es decir, la imposición de la voluntad a través violencia como respuesta a un conflicto social, debe aparecer como la última posibilidad de solución y estaría, de algún modo, sólo justificada para aquellos cuyas posibilidades se han reducido únicamente a esta lamentable salida. De modo que me parece especialmente triste ver a un o unos estudiantes de humanidades, abandonar la posibilidad y esfuerzo por una solución con menos dolor y coste humano.

El punto es, al final de todo esto, que ellos, en ejercicio más o menos pleno de su libertad, decidieron ir e incorporarse en una guerrilla [independientemente de cuán loable fuera esto]. Quizá debamos recordar aquí que, al vivir (en su sentido literal) en un puesto o trinchera de guerrilla, se debe estar preparado para afrontar dicha situación hasta sus últimas consecuencias; a saber, morir a manos del ejército o algún otro movimiento armado [y no es que ellos no lo hicieran, pero parece que nosotros no]. Eso independientemente de la falta de honorabilidad en los ataques del ejército, pues eso, me parece, representa una discusión distinta.

Así pues, ¿qué debemos decir al respecto? ¿Debemos unirnos todos como facultad y apoyar físicamente a las FARC por que estudiantes de la UNAM murieron en su apoyo activo? ¿Debemos presionar al gobierno local para declarar la guerra contra Colombia? Habría que considerar con mucho cuidado qué es un análisis justo o, en todo caso, filosófico al respecto. Yo, por mi parte, no trato de eludir mi responsabilidad como humanista; simplemente me parece que existen métodos más coherentes con nuestra profesión. Y es que, me parece inadmisible que un humanista tome o apoye la toma de armas en la solución de un conflicto social [ya sea para sostener un régimen o para derribarlo].

ciciriscolajoe dijo...

Me cago en la... ya había escrito una larga respuesta y el teclazo fantasma lo borró todo. En fin, a manera de telegrama le respondo primero a don beto perdido. No entiendo la separación entre hombre y filósofo, entre práctica y teoría, pues según yo, la filosofía se ha ocupado muchas veces de pensar una vida contemplativa o virtuosa y no como un mero decir, además de la evidente coincidencia del alma del filósofo en el cuerpo del hombre, es decir, de la actividad reflexiva sostenida por instituciones y recursos sociales. En segundo lugar, la libertad de pensamiento y la pluralidad de ideas no es algo que se de en la teoría de forma pura y parsimoniosa, al contrario, como se puede observar en el jaloneo entre Ambrosio y la opinión pública en torno al concepto de lo que sea una investigación académica legítima y qué no, el libre debate de ideas se encuentra atravesado por intereses y fuerzas ajenas a la simple teoría. La genealogía de las "ideas" que considera la academia como su objeto, no es ciertamente una elucubración teórica desinteresada del alma filosófica, sino también una práctica política. Decir que somos totalmente libres para debatir dichos asuntos es como decirle a un mendigo que el puede hacer lo que quiera.
En tercer lugar, no sé por qué te parece que el juicio sobre los hechos ocurridos en Ecuador implicaría el compromiso del gremio entero en una acción, pero sospecho que dicha opinión responde a la separación ontológica que estableces entre el hombre y el filósofo, la acción y la teoría, de manera que el filósofo propiamente no podrá nunca intervenir en la práctica, en su humanidad, porque esto significaría degradar la universalidad de la idea a la particularidad de la acción. Como filósofos, habitantes del terreno de lo universal, sólo nos queda guardar silencio ante las acciones particulares de los mortales, o si acaso una tímida y cautelosa opinión.

Robertson parece partir de las mismas premisas cuando llega a una conclusión por reducción al absurdo, pues no encuentro en todo el texto otra argumento que justifique semejante reducción. En efecto, es absurdo pretender que todos los filósofos nos sumemos a las FARC o hagamos cualquier cosa como si fuéramos un género unificado, pero lo mismo pienso en relación al ideal implícito de la vida contemplativa separada del ruido mundano, que en cuanto uno disiente de él pierde los fueros académicos y puede ser inmolado sin consideración alguna.
Me parece, mis queridos amigos, que juegan a retirar sus apuestas y luego muestran sus cartas pa ver si ganan algo, ya sin riesgos por supuesto. Así es como suspenden sus juicios filosóficos para aventurar una opinión sumamente desconfiada sobre el asunto, repitiendo el rencor platónico a lo sensible.
Sin apelar a una esencia universal, me parece que el filósofo-hombre debe ver y escuchar lo particular, afirmar con decisiva cautela, con un decir finito como sólo existe, que en este caso la violencia asesina no puede justificarse, ni porque los estudiantes tuvieran plena conciencia de los riesgos, ni porque fueran guerrilleros, ni porque fueran terroristas, ni porque fueran narcotraficantes, vaya, ni aunque fueran el mismo Eichman, quien tuvo el privilegio de ser juzgado, lo mismo que el mocha orejas o el chapo guzmán, o cómo deberían de serlo el presidente Uribe por sus lazos recontraprobados con Pablo Escobar, o Bush por violentar el mitote de la soberanía nacional en todos los países del mundo.
Las contradicciones en lo sensible no imposibilitan el juicio y la palabra, sino que señalan justamente su ámbito y validez limitada frente a toda pretensión de un logos universal y soberano.

Me parece interesante la incursión que estamos dando en terrenos desconocidos o extrafilosóficos, pero no creo que haya que andar pidiendo disculpas por nuestra torpeza, deslinadándos también de la debida investigación e información, como la que plantea beto perdido en relación a la soberanía nacional y la intervención, o robertson acerca de la sociedad y las guerrillas.
Se cuenta que el apestado Hegel leía en la mañana cuatro diarios con lápiz y papel en mano, y hay un estudio de Buck-Mors donde intenta demostrar la inspiración de la dialéctica del Amo y el Esclavo en la independencia de Sto. Domingo, actual Haití, que Hegel siguió en los diarios.

Para seguir con esa costumbre de los links, remito a los curiosos a los siguientes artículos sobre los narcos y el poder:
http://www.jornada.unam.mx/2008/03/18/index.php?section=opinion&article=019a1pol
http://colombia.indymedia.org/news/2008/03/82453.php